viernes, 30 de octubre de 2009

CAPITULO 39

CAPITULO 39

Dani estaba en la cama, desnudo. Y feliz. Ángel estaba con él. Se abrazaban, se besaban, reían. La luz del sol muriendo en el horizonte traspasaba la barrera de la cortina y bronceaba el interior del cuarto.

- Ángel,- decía Dani -, doy siempre gracias a Dios de que estés conmigo.

- Y siempre estaré.

Volvieron a besarse.

- ¿A qué hora es el concierto?,- preguntó Dani, al poco.

- Tranquilo, tenemos tiempo para otro...,- y Ángel volvió a mostrar su pícara sonrisa tan característica en él.

Pero un ruido les hizo volverse. Alguien había abierto la puerta. Dani y Ángel se quedaron de piedra, mirando fijamente a quien les había interrumpido. Era una mujer, de pelo largo, liso y castaño. Sus ojos, igualmente castaños, les miraban aterrados. Sus gruesos labios temblaban. Durante unos instantes, nadie se movió, nadie habló. Hasta que Dani consiguió hablar.

- No... no es lo que parece...,- se vuelve para mirar a Ángel, pero se sorprende al ver que no hay nadie con él.

La mujer sale corriendo. Dani intenta levantarse, pero una fuerza invisible se lo impide. Lo único que logra hacer es volverse hacia la puerta, alargar su brazo y gritar.

- ¡Elena!

Dani se levanta de repente de la cama. Estaba sudando. Sus ojos estaban abiertos de par en par. Cuando logra tranquilizarse, se da cuenta de que está en la habitación de su casa. Está oscuro. A su lado, el despertador marca la hora: las tres menos diez de la madrugada. La puerta se abre de golpe. Entra Ángel, como un vendaval. Enciende la luz y corre junto a Dani.

- ¿Te ocurre algo? ¿Qué pasa? Te he oído gritar.

- Una... una pesadilla... ¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es que llegamos a una casa...

- Nuestra casa... Te enseñé la casa por si recordabas algo... Al entrar aquí, empezaste a recordar, pero, de repente, te desmayaste.

- Ya... ya me acuerdo...,- Dani se lleva la mano a la frente -. Fue viendo esta cama. Me empezaron a venir un montón de imágenes a la mente. Tantas, que me empezó a dar vueltas la cabeza.

- Ahora estás bien. Estás en casa, conmigo. Yo te cuidaré.

Se abrazaron.

- Y dime. ¿Qué pesadilla has tenido?

- Pues... apenas recuerdo nada... Creo que estábamos los dos... aquí... y una chica aparece de repente... Elena...

Ángel se quedó petrificado.

- ¿Conoces, o conozco, a una Elena?

- ¿No la recuerdas?,- Dani niega con la cabeza -. ¿Elena? ¿Elena Ballesteros? ¿Tu novia?

- ¿Tengo novia?,- tartamudeó Dani -. Ahora sí que no entiendo nada...

- Tenías novia, pero al enterarse de lo nuestro, lo comentó contigo y rompisteis... Ojalá que Emma hubiera sido como Elena...,- Ángel empezó a hablar consigo mismo.

- ¿Emma?

- Mi novia, que también rompió conmigo...,- sus ojos empezaron a humedecerse -. Pero olvidémoslo, porque ya te has despertado, y estás bien.

- No sé qué decirte...,- Dani se lleva la mano al pecho.

- ¿Qué te pasa?

- No sé... Ese nombre... Elena... De repente... Me aprieta el pecho...

- Es que estabais tan enamorados... La verdad es que me dio una gran pena que lo dejarais... Me he sentido desde entonces tan culpable...

- No lo sientas. Porque ella ha conseguido hacerte feliz.

- ¿De qué hablas?

- Si la he recordado inconscientemente en un sueño, eso quiere decir que he recuperado algo de memoria...,- Dani cierra los ojos con fuerza.

- ¿Qué haces?

Dani sigue con los ojos cerrados, repitiendo sin parar aquel nombre.

- No te obsesiones, Dani. No te esfuerces...,- Dani le pide silencio con un gesto de la mano. Se concentra. Durante un par de minutos, el silencio de la habitación era interrumpido por el susurro de su grave voz, hasta que empieza a decir palabras sin sentido.

- Elena... Elena... Elena... Televisión... Serie... Susana... Familia...

Ángel abría cada vez más los ojos.

- ¡Sigue! ¡Sigue! ¡Casi lo tienes!

- ¡La Familia Pata!

- Casi... "La Familia Mata", pero has podido recordar cuándo os conocisteis... Porque tú también trabajaste en esa serie...

- Lo que lamento es no poder recordar cuándo nos conocimos...

- No te entristezcas... Mañana sacamos los álbumes de fotos y lo intentamos.

Ángel sonríe, le besa la frente y se levanta para irse. Dani le retiene, cogiéndole del pantalón del pijama.

- ¡Ángel! ¿Podrías quedarte esta noche conmigo? ¿Por favor?

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