martes, 14 de diciembre de 2010

Y EL GANADOR ES.....

Bueno, pues ya se cerraron las encuestas que hice en mi blog con respecto a mis dos fics sobre SLQH, y, bueno, el resultado es este:

Gracias a tod@s por haber votado

:)

viernes, 26 de noviembre de 2010

MINI FIC



Ángel miraba el techo. Llevaba toda la noche sin dormir. Sabía el por qué, pero no lo quería admitir. Al principio fue divertido, pero ya se les estaba yendo de las manos. No paraba de pensar en aquello que había ocurrido apenas unas horas antes, aquella misma tarde. Ángel mira el reloj de su mesilla. Ya eran más de las cuatro de la madrugada, y el sueño seguía sin apoderarse de él. Y encima al día siguiente había programa. Se vuelve. Ahí estaba ella. Emma. La mira entre dulce y triste. Estaba durmiendo, frente a él, con un brazo sobre el pecho de él. Ángel la retira un mechón de su rubio cabello que le tapaba el rostro.

La noche había comenzado muy bien para los dos, pero Ángel no sintió nada. Era como si hubiera estado con ella por obligación. ¿Por qué, después de estos años junto a su chica, esa noche, precisamente esa noche, él no sintió nada? Quería pensar que era por el estrés, pero era engañarse a sí mismo. Sabía el por qué.

- Oh, Emma...,- susurra Ángel mientras observa el bello rostro de su amada, y, temblante, le acaricia una mejilla. Emma, en sueños, hace una pequeña mueca, y Ángel la besa en la frente.

¿Qué le estaba pasando? Él no era así. Él no es así. Él ama con locura a Emma, pero esa noche fue diferente, y la culpa era de lo acaecido por la tarde. Al prepararlo por la mañana era gracioso, al ensayar fue divertido, pero a la hora de la verdad.... Se les fue de las manos. Ángel vuelve a mirar el reloj. Apenas han pasado unos minutos. Vuelve el rostro a Emma. Lentamente y con suavidad, retira el brazo que ella tenía sobre él. Se levanta despacio de la cama, coge el teléfono y marca.

* * * * * * * * * * * * * * *

Dani se había levantado de la cama. Llevaba varias horas sin pegar ojo. Se había ido al baño y se había refrescado el rostro. Llevaba varios minutos mirándose al espejo. Llevaba esperando esa noche desde hace varios días. Por la niña, él y Elena no habían tenido un momento de intimidad. Pero aquella excursión del colegio les abrió las puertas del cielo. Era lo que llevaban esperando. Él estaba que no podía aguantarse. Desde que despidieron a la niña poco antes de ir a Globomedia, la pareja no paraban de hacerse carantoñas y mimos. Todos notaron, cuando Dani llegó a los estudios, su nerviosismo. Se le hizo eterna la mañana. Hasta tuvieron que repetir varias veces algunos sketches por su culpa. Estaba tan nervioso que no se concentraba.

Al fin, el día acabó y se fue directo a casa. Puso una tonta excusa a los fans que le esperaban a la salida. No podía decirles: “Lo siento, pero mi chica me espera en casa para zumbar. Llevamos días sin hacerlo”. No, era demasiado personal. Al llegar a casa, Elena aún no había llegado. Eso le dio una idea: preparar el terreno. Cena, baño, flores. Todo tenía que quedar perfecto al cien por cien. Y así fue. Todo perfecto... hasta llegar a la cama. Dani se sintió raro. Elena se entregó a fondo, y aunque él mismo también puso cuerpo y alma en aquel arrebato, no consiguió alcanzar la satisfacción plena. ¿Por qué no sentía nada al besarla? Es más, ¿por qué le asqueaba sentir a aquella mujer?

- ¿Se puede saber qué te pasa, Dani?,- se dice a sí mismo, mirándose en el espejo del baño -. Estás con tu chica, con tu mujer, con la persona con la que estás dispuesto a pasar el resto de tus días, preparando una noche que lleváis tiempo sin tener, ¿y ahora no sientes nada?

Dani agacha la cabeza, negando desesperado, buscando una respuesta. Y la halló. Al volver a la cama, notó su móvil vibrar. Miró la pantalla, miró a Elena, durmiendo plácidamente en el cama, sale del cuarto y descuelga.

* * * * * * * * * * * * * * *

Eran ya poco más de las cinco de la madrugada. El frío a esa hora ya calaba en lo más hondo de los huesos, pero ahí estaba él, esperando en plena calle. Seguía sin saber por qué accedió a aquel encuentro. El vaho se le escapaba de la boca, de las manos, tratando de calentarlas, en vano. Pensó que, como dijeron que diez minutos, no le haría esperar demasiado, y bajó casi con lo puesto, con una ligera cazadora por encima, pero se retrasaba. ¿Tal vez se arrepintió en el último minuto? Cuando pensaba que ya no iba a venir, ve a lo lejos una sombra encogida apareciendo y desapareciendo a través de la luz de las farolas. Dani entrecierra los ojos, como intentado ver su rostro, a pesar de la oscuridad y la distancia, pero estaba seguro de que era él. No podía haber nadie más tonto que ellos dos como para estar en la calle a esas horas y con ese frío que había.

Ángel se acerca a él, con la cabeza gacha. Se saludan tímidamente y sin poder levantar la vista del suelo. Silencio.

- ¿Por qué me has citado aquí y ahora?,- le pregunta Dani, tímido. Ángel le responde subiendo los hombros -. Venga, Ángel. No me digas que me has llamado a las cinco de la mañana para congelarnos de frío, ¿verdad?

- Dani...,- Ángel se siente cohibido -. No te hagas en tonto. Sabes exactamente el motivo...- Dani se queda sorprendido.

- No, Ángel. No,- Dani se muestra de repente violento. Su ceño se frunce mientras se da la vuelta dispuesto a marcharse, dando grandes zancadas. Ángel corre tras él, consiguiendo retenerle pocos metros más allá. Dani se libera un par de veces de su amigo, pero Ángel consigue interponerse en el camino de su amigo, mirándole a los ojos.

- Dani, lo siento, pero es la única forma. No he podido dormir en toda la noche por culpa de aquello...

- ¿Y yo qué, Ángel? ¿Y yo qué?,- el tono de voz de Dani era muy duro -. ¿Puedes creer que he hecho el amor con mi mujer, ¡mi mujer!, y no he sentido nada de nada? ¿Crees que me lo he pasado bien esta noche?

- ¡Lo sé! ¡Lo sé!,- se explica Ángel, tratando de calmar a su amigo -. A mi me ha pasado lo mismo.

En ese momento, Dani se calma un poco. Comprende. Ángel también ha tenido su noche de pasión con su pareja y, al igual que a él, no ha encontrado el placer por ningún lado.

- ¿Crees que aquello tiene algo que ver?,- pregunta Dani, con cierta inseguridad en sus palabras. Ángel no responde, tan sólo le mira a los ojos. Dani vuelve el rostro, llevándose una mano a la frente -. Mare de Deu... ¿Qué nos pasa, Ángel? ¿Qué nos está pasando?

Ángel le toma del brazo para volverse a mirar de frente.

- Por eso te he citado aquí y ahora. Para que lo hablemos y busquemos una solución.

- Pero, Ángel... Yo no soy... Vamos, que no... ¡Si Elena es el amor de mi vida! ¡La amo! ¡La amo con locura!

- ¡Y yo a Emma! Pero debemos buscar una solución. Debemos hablarlo. Seguro que si lo hablamos, nuestras mentes se calmarán y podremos volver con nuestras vidas, podremos volver a sentir la gloria con nuestras chicas, podremos volver a ser hombres. Si lo hacemos, podremos volver a dormir sin preocupaciones que nos desvelen.

Los dos se quedan unos segundos mirándose.

- Busquemos algún sitio para hablarlo tranquilamente,- responde Dani, dando la vuelta -. Este frío se me está metiendo hasta la médula...

* * * * * * * * * * * * * * *
A aquellas horas no había nada abierto aún, salvo un pequeño bar que empezaba a abrir. Con cierto malestar por parte del gerente, entraron y esperaron a que les sirvieran el desayuno que empezaría a servirse en unos minutos.

Mientras el dueño repasa la barra con una bayeta con el noticiario radiofónico de fondo, los dos humoristas no apartan sus miradas de sus respectivos cafés. Desde que entraron en el lugar no se habían dirigido una sola palabra. El humo que desprendían las tazas les calentaban por fuera, pero seguían con los corazones helados. Ninguno de los dos se atrevía a pronunciarse sobre el tema a tratar, a pesar de las ganas que tenían de comentarlo. Cuanto antes, mejor. Pero eran incapaces. Era como si cualquier comentario, cualquier palabra complicara aún más lo que había surgido entre los dos.

- Ángel...,- consiguió decir al fin Dani, aunque titubeante -. Ya sabes que somos amigos desde siempre... Que los dos tenemos muchas cosas en común, sobre todo a nivel profesional... Cuando comenzamos a crear el “Qué está pasando”, tan sólo pensábamos en comentar noticias a modo humorístico...

- Noticias sobre Telecinco...,- comenta Ángel.

- Pero cuando nos prohibieron emitir sus imágenes, logramos salvar ese obstáculo haciendo evolucionar a una parodia de un informativo cualquiera. Y después, sin saber por qué, creamos nuestros personajes... Tú como un periodista sarcástico y ácido, que se mete con todos... Yo como un periodista más serio y educado...

- Y con asomos homosexuales...

Otra vez ese silencio tan incómodo...

- Ya sabes que era la evolución de los personajes...,- logra continuar Dani.

- Era, sobre todo, por tu imitación del esmirriado...,- continúa Ángel.

- Y la imaginación de los fans,- Dani se sonroja recordando los descubrimientos que hizo navegando un fin de semana por internet -. Ya sabes que algunos fans nuestros les gustaba ver que entre nosotros había algo más que una simple amistad. Y, la verdad, pensábamos que les haríamos pasar por el aro mostrándoles, o, al menos, insinuándoles, lo que ellos querían, pero no nos hemos dado cuenta hasta ahora de que era al revés, que eran ellos los que nos manipulaban.

- Todo por los fans, ¿eh, Dani?,- Ángel consigue mirar a su amigo a los ojos, mostrando una sonrisa amarga.

- Sí,- Dani responde ruborizándose de nuevo.

- Maldito programa mil...,- murmura Ángel, mirando al suelo -. Ojalá el programa hubiera sido una mierda el primer día. Ojalá nunca me hubieran llamado para presentarlo. Ojalá nunca te hubiera llamado a ti para que vinieras a hacer las pruebas. Ojalá...

- ¡Ojalá nunca nos hubiésemos conocido! ¿No es así, Ángel?,- exclama Dani, enfadado.

- ¡No, no!,- Ángel le mira a los ojos dulcemente mientras le toma de la mano. Los dos se quedan mirándose a los ojos, tornando al momento la vista a sus manos. Se separan bruscamente.

- Ojalá nunca hubiésemos pensado aquello para el programa mil...

De nuevo el silencio se apodera del lugar.

- Ángel...,- Dani le mira -. Era algo que no sabíamos ninguno de los dos que pudiera pasar. ¿Quién lo iba a suponer? Para el 900 fingimos tener sexo debajo de la mesa. Para el mil nos inventamos ese beso en la boca delante de las cámaras. No suponía nada entre los dos. Es más, nos hemos besado multitud de veces, en el programa.

- Sí, ya lo sé, pero eran besos en la mejilla, nada de morreos.

- Mira,- le coge de la mano -. Tú y yo somos grandes amigos, ¿no? Pues eso es lo realmente importante. No destruyamos nuestra amistad por algo que, en realidad, no es nada. ¿De acuerdo?,- Ángel le mira a los ojos -. ¿De acuerdo?,- Ángel agacha la cabeza y asiente -. Pues volvamos a casa y durmamos con nuestras chicas, ¿vale?,- Dani cierra la pregunta con una sonrisa. Ángel le responde igualmente, aunque con un sabor más amargo en la sonrisa.

Los dos se levantan, se abrazan, pagan los cafés y salen del establecimiento, pero no se mueven de la puerta. Se quedan los dos frente a frente, con el rostro a tierra, y las manos hundidas en los bolsillos de las chaquetas.

- Bueno...,- murmura Ángel -. Así que no fue nada...

- Así es...,- Dani se sonroja, no se sabe si por el frío o por la vergüenza de recordar lo de aquella tarde.

- Me alegro al final de poder hablarlo contigo,- continúa Ángel -, a pesar de que al principio resultó ser bastante incómodo.

- Sí,- Dani le responde, mecánicamente. Sus pensamientos le desconcentraban de la conversación.

- Bueno... A ver si después de esto conseguimos dormir algo, que nos tenemos que levantar dentro de...,- Ángel mira su reloj -... poco más de una hora...,- suspira -. No sé tú, pero yo me veo durmiéndome en los pasillos de los estudios,- ríe.

Dani le mira y sonríe.

- Bueno, adiós Dani,- se abrazan -. Duerme bien.

- Lo mismo te digo, Ángel.

Se separan y se dan la espalda para volver a sus casas, cuando de repente, Dani se vuelve, toma a Ángel del brazo, le voltea violentamente, y, sin mediar palabra, le besa profundamente.

- ¿Se puede saber qué te pasa?,- pregunta Ángel, histérico, separándose de su amigo. Dani le mira, asustado.

- Lo... lo siento, Ángel... No sé qué me ha pasado.... Yo... Tan sólo quería comprobar que... ya sabes... Esta noche con Elena, yo no...,- el tartamudeo de Dani es interrumpido cuando Ángel se acerca a su amigo y le responde con otro apasionado beso.

Tras unos instantes que parecieron eternos, se separan. Se miran a los ojos y terminan por sonreír.

- ¡Guau!,- resopla Dani, sonriente -. No sé qué decir, Ángel...

- Ni yo, Dani... Ni yo...

- ¿Quién iba a pensar que acabaríamos morreándonos los dos?

- Sí... ¿Quién?

- ¡En fin!,- nervioso suspiro profundo de Dani -. Ángel... Esto que acaba de pasar...

- Que quede entre nosotros,- le interrumpe su amigo.

- ¿No crees que nos puede haber visto alguien?,- Dani mira a su alrededor, como buscando.

- El único que nos puede haber visto es el del bar,- mira a través de la puerta. Aquel hombre está inmerso en los quehaceres de la cocina -, pero me parece que tiene cosas más importantes que hacer que ver a dos tíos besándose.

- Bueno, Ángel... Ya... Hasta mañana...

- Hasta dentro de dos horas...

Van a abrazarse, pero ese beso les hace torpes y terminan por darse la mano. Y los dos se dan la espalda y se alejan, en dirección a sus respectivas casas, con la sonrisa aún en el rostro, recordando lo que les acaba de pasar.



lunes, 7 de diciembre de 2009

CAPITULO 71

CAPITULO 71

Tras tres días en observación, Dani por fin fue dado de alta. Y, para celebrarlo, Ángel quiso llevárselo a su casa de Madrid. Pero los médicos le sugirieron no hacerlo, debido a que, a pesar de estar recuperado, su salud aún estaba resentida. Así que lo celebraron en el piso que tenía alquilado Ángel en Barcelona. Quería pasear con él, ir a la playa, esquiar, ir al cine..., pero la salud de Dani primaba por encima de todo aquello.

- Buen pisito que te has encontrado,- dijo Dani al entrar en la casa de Ángel.

- Sí, bueno... Era lo que el bolsillo me permitía en aquel momento...

Ángel acompaña a Dani hasta el salón y le ayuda a sentarse. Dani miraba con detenimiento cada rincón de aquella casa, pequeña, pero acogedora. Ángel sale del salón.

- ¿Adónde vas?

- A la cocina a preparar la cena. Una cena digna de un rey,- y le guiña un ojo.

- Espera, que te ayudo...,- intenta levantarse, pero Ángel corre hacia él y le obliga a sentarse de nuevo.

- Tú no te muevas. El médico ha dicho que durante unos días no te esfuerces. Que aún estás muy débil,- Ángel retrocede poco a poco hasta salir del salón.

Dani puede oír perfectamente todo lo que ocurre al otro lado. Una alacena cerrándose, ruido de platos, chisporroteo del aceite calentándose, timbres de microondas y horno.

- ¡Ángel!,- grita Dani para hacerse oír entre tanto ruido -. ¿Qué te ha dicho Patri?

- ¿Qué?

- ¿Cómo le va a Patricia?,- Dani se levanta.

- ¡Bien, muy bien! ¡Se ha tomado unos días de vacaciones para poder estar con Dani y Gema!

- Ah...,- susurra mientras avanza hasta el mueble que estaba delante de él.

- ¡Me comentó cómo te fue estos dos últimos meses! ¡Y, la verdad, me siento muy mal por lo que te hice!

- ¡Tranquilo!,- toma una foto enmarcada entre sus manos. Ya no oía a Ángel. Se centró en aquél retrato.

Era una foto de los dos, de cuando fueron a Nueva York, a hacer aquel vídeo sobre Will Ferrell. Have you seen Will Ferrell? Dani sonrió. Echa el aliento en el cristal y pasa la manga de su camisa, pero ese destello no se iba. Al fijarse, se da cuenta de algo que le asustó. La foto... La foto tenía rastros de haber sido arrugada... Rota. Hecha pedazos. Dani supo entonces que Ángel la destrozó después de irse de casa, pero al ver que ha sido reconstruida gracias al celo, supo que aquel enano pasota tenía aún un poco de corazón y se arrepintió. Seguro que hasta lloró. Dani deja la foto en su lugar y pasea su mirada por el resto del mueble.

- ¿Qué haces?

Ángel estaba en la puerta del salón. Se dirige hacia Dani y le lleva de nuevo al sofá.

- Estaba viendo cómo tenías decorada la casa...

- No te muevas de aquí,- le obliga a sentarse en el sofá -. A ver si me voy a volver y te encuentro tirado en el suelo.

- Hombre, tan mal de salud no estoy...

- Por eso te estoy preparando un banquete para reponer fuerzas que más quisiera un oso antes de la hibernación.

- ¿Me estás llamando peludo?,- pregunta Dani, levantando la ceja y acariciándose la barba. Ángel sonríe.

A lo largo de la cena no pararon de reír, de hablar, de recordar. Todo lo malo que les pasó, todo los problemas que tuvieron estaban ya tan lejanos que no podían por menos que sonreír. De repente, Ángel se torna serio. Toma a Dani de las manos y le mira fijamente a los ojos.

- Sé que no puedo viajar atrás en el tiempo para cambiar ciertas cosas. Ojalá tuviera poderes para predecir el futuro e impedir que nos pasen malas cosas, pero es imposible...

- ¿De qué hablas?

- Me gustaría hacer borrón y cuenta nueva, pero hay cosas que jamás podré olvidar, tanto buenos momentos como malos. Por eso...,- Ángel se levanta de su asiento y, sin soltarse de las manos de Dani, se pone junto a él, arrodillado y le pregunta, mirándole a los ojos -, Daniel Mateo Patau, vols casar-te amb mi... altra vegada?

Dani se le queda mirando. Trataba de memorizar aquel rostro, ya que comenzó a verlo borroso (malditas lágrimas...). Así que se arrodilló delante de él y le besó para después abrazarse tan fuertemente que ni el aceite hirviendo, ni las llamas de un incendio les separaría.

FIN

Llegados a este punto, os pido a tod@s los q hayas seguido la historia q m dejeis comentarios sobre ella en general. Muchas gracias x seguirm, y trankilos, q voy a ponerm a pensar nuevas historias

domingo, 6 de diciembre de 2009

CAPITULO 70

CAPITULO 70

Patricia avanza apesadumbrada hasta la puerta. Al tomar el picaporte, se vuelve. Ángel no se había movido un ápice. Seguía de pie, mirando fijamente a Dani. Patricia baja el rostro y sale de la habitación.

Ángel se quedó un tiempo quieto. No sabía exactamente cuánto. Hasta que reacciona y avanza lentamente hasta la silla. Se sienta en el borde. Apoya los codos en las rodillas. Oculta su rostro entre las manos.

- Oh, Dani...

Llora. Lloraba como un niño pequeño. Estuvo todo el rato con la cara tapada, como temiendo que Dani abriera los ojos y le viera. Pero era un sentimiento estúpido. Dani le había visto más de un millón de veces llorar. Ángel consigue calmarse un poco, levanta la mirada y le toma de la mano.

- No sé si me puedes oír, pero si no lo digo ahora, no creo que te lo pueda decir cuando despiertes. Si es que soy un gilipollas. Un desliz lo tiene cualquiera. Te aseguro que hasta yo mismo me hubiera enrollado con alguno, pero es diferente desde el otro lado de la barrera. Lo siento, ¿me oyes? Lo siento de veras. He pasado contigo no sólo los mejores años de mi infancia, sino los mejores años de toda mi vida. Y si te pierdo no sabría qué hacer. Lo estuve pensando mucho. Llevo más de dos meses aquí, en Barcelona, viviendo solo. A pesar de tener amigos, familia, nunca en mi vida me llegué a sentir tan solo. Y era porque te echaba de menos. Dani, te echo de menos. No sabes lo mal que lo pasé cuando me fui de casa. Pero no podía dar marcha atrás. Perdona que no te respondiera ni las llamadas ni los mensajes, ni el correo. Pero necesitaba pensar. Cuando empezó a decaer su persistencia hasta el momento de que lo dejaste, fui yo quien lo pasó mal. No sabía de ti, no tenía noticias, y el corazón se me encogió. Dani, yo ya te perdoné. Sólo espero que me perdones tú algún día... Aunque sé que no me lo merezco,- Ángel baja el rostro.

- Perdono, i oblit.

Aquel susurro débil le hizo levantarse. Ángel no salía de su asombro. Dani le apretaba con poca fuerza la mano mientras intentaba mantener los ojos abiertos. Ángel se sentía como viviendo un sueño, por lo que se abalanzó sobre el yacente y le abraza fuertemente.

- Creí que te perdía,- lloró Ángel.

Dani se quejaba de dolor. Ángel se levanta asustado.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿No te acuerdas de nada?

- Sólo recuerdo que me encontré el otro día con Patricia y Dani... ¡Hay que ver lo mayor que se ha puesto su hija!

- Dani...

- Bueno, recuerdo que la comenté nuestra... "discusión"... Y ella se propuso como celestina.

- ¿Y de anoche? ¿No recuerdas nada de anoche? ¿Del restaurante? ¿El piano?

- No. Aunque...

- ¿Qué?,- Ángel estaba excitado.

- Es curioso... He soñado que tocaba el piano en un restaurante...

- No lo has soñado. Pasó de verdad.

- Ángel...

- Dime.

- ¿Me traes algo para comer? Tengo un hambre horrible.

Ángel estalló. Se dejó llevar por un sentimiento mezcla entre alegría y tristeza. Lloraba y reía a la vez. Dani no lo comprendía, pero no quiso preguntarle. Se veía a sí mismo en una cama de hospital, con una bolsa de suero enganchada a su mano. Se sentía cansado, hambriento. Quería saber qué le habría pasado, pero prefirió esperar. No quería romper el momento. Porque al fin Ángel volvía a estar junto a él. Aunque fuera en ese momento...

- Dani... ¿Me has oído antes? ¿Cuando te hablaba?

- Algo sí que he oído...

- ¿Y bien? ¿Me perdonas todo lo que he hecho?

- ¿Me perdonas tú a mí?

Los dos se miraron a los ojos durante unos segundos, hasta que se abrazan nuevamente.

sábado, 5 de diciembre de 2009

CAPITULO 69

CAPITULO 69

- No puede ser, no puede ser...,- repetía sin cesar Ángel en su mente.

Pero sí podía ser. Porque ahí estaba, sentado al piano, con esmoquin, aporreando el teclado. La gente comenzó a llamar a los camareros, el maitre pedía disculpas a los clientes mesa por mesa. Los acordes, la melodía, el ritmo... todo estaba mal. Pero eso a Ángel apenas le importaba. Se quedó embobado mirándolo. Los sentimientos comenzaron una carrera hasta sus ojos para ver cuál era el primero en salir.

- Dani...,- susurró.

El maitre se adelanta hasta el piano y habla con el pianista. Éste para de tocar, mira a Ángel, se levanta y se va. La gente aplaude. Ángel se levanta raudo y le toma del brazo.

- ¡Dani!,- Ángel se asustó al verle de cerca. Dani no parecía aquel tipo larguirucho y alegre que conocía. No. Aquella persona que tenía ante sus ojos era alta, cierto, pero muy delgada, con la barba mal arreglada, rostro blancuzco, ojos rojos, ojeras enormes, débil tanto física como anímicamente. La tristeza le había conquistado plenamente.

- ¡Dani! ¡Cuánto tiempo!,- exclamó Ángel, tratando de disimular su sorpresa -. ¿Qué es de tu vida?

- Ángel...,- contestó Dani, con una forzada sonrisa en su rostro -. ¿Me has visto tocar? Llevo un mes ensayando...

- Dani, ¿estás bien?

- La profesora me ha apoyado mucho y...,- Dani desvía la mirada, una mirada vacía y con atisbos de locura.

- Dani... ¡Dani! ¡Mírame!,- Dani le mira a los ojos -. ¿Cómo me has encontrado?

- Patricia es muy buena amiga, ¿verdad?,- le acaricia el rostro -. Le pedí que te buscara, que hablara contigo. Seguro que no querías verme más...,- vuelve a desviar la mirada.

- No, no. ¡Jamás! Mírame,- Dani esta vez no reacciona -. Yo siempre te he querido, incluso después de aquello. Pero es que no soporto que me mientan o que me oculten cosas. Ya te lo dije aquella vez: prefiero que me seas infiel a que me mientas. Aunque no lo creas, lo he pasado mal, muy mal. Pero necesitaba un tiempo para pensar, pensar en nosotros, en perdonarte. Y, la verdad, viéndote ahora, no me perdonaría nunca el haber hecho aquello. Si es que hasta los peores pecados se te pueden perdonar...,- Ángel le mira de arriba a abajo-. ¡Dios! ¡Mírate! ¡Estás hecho una auténtica mierda! ¿Se puede saber qué te ha pasado todo este tiempo?,- le abraza. En ese momento, le palpa toda la espalda. Se separa asombrado. Le desabrocha la chaqueta y le sube la camisa. La delgadez extrema a la que había llegado horrorizó a Ángel -. Mare de Deu! ¿Desde cuándo no comes?

Dani le mira, le acaricia el rostro, dibuja una tímida sonrisa. Entonces, su mano cae muerta, abre un poco la boca, sus ojos tornan blancos, echa la cabeza hacia atrás y se deja caer. Ángel le agarra del tronco y cae arrodillado junto a él. Los gritos de Ángel alertan a los comensales, quienes acuden junto a él.

Ángel se pasó el resto de la noche al lado de la cama. Estaba más atento al suero que a Dani. Le miraba entre tierno y triste. Era como si durmiera. Como si no hubiera pasado nada.

- Mañana te repondrás y podremos hablar,- pensaba.

Patricia estaba de pie, mirando por la ventana de la habitación. Había llorado. Se abrazaba a si misma como si tuviera frío. Vuelve su mirada hacia Ángel.

- ¿Cómo es que no llamaste a un médico cuando le viste?,- pregunta sin desviar la mirada de Dani.

- Ángel...

- ¿Cómo, siendo nuestra amiga, no te diste cuenta?

- Por favor. No es el momento...

- ¿Y cuando iba a ser el momento?,- se vuelve. La ira le estaba poseyendo poco a poco -. ¿Cuando le pusiéramos dentro de una caja de pino a dos metros bajo tierra?,- se levantó de la silla donde estaba sentado. Se adelanta hacia la rubia, amenazante -. ¡Era tu deber llamarme!

- ¡Ángel! ¡Estabais peleados! Seguro que no me habrías escuchado...,- baja la mirada.

- ¡Eso no lo sabías! Pero te puedo asegurar que si me hubieras llamado habría ido como el rayo hacia donde él estuviera.

- ¿Y por qué le dejaste?,- Patricia levanta los ojos. Ahora era ella la envalentonada.

- Tenía que pensar...,- desvía la mirada a medida que su enfado perdía intensidad. Le miraba -. ¿Por qué le dejaste hacer este esfuerzo tan sobrehumano?

- Le veía tan enamorado que no pude negarme...,- Patricia también posó su mirada en el cuerpo de Dani. Luego mira a Ángel -. ¿Qué piensas hacer?

Ángel levanta la mano. Patricia se calla.

- Vete a casa, anda. Déjame a solas con él...

viernes, 4 de diciembre de 2009

CAPITULO 68

CAPITULO 68

Barcelona. Una fresca y calurosa tarde de abril. Las Ramblas vuelven a vibrar con el paso de la gente. Rojo. Olor a papel y a tinta. Sant Jordi. Ángel pasea por entre la multitud. De vez en cuando se ve atraído por los productos de los stands, los ojea, pero no le apatece comprar ningún libro. No porque no quiera, sino porque no puede. Ya tiene suficiente con saberse el guión del enésimo corto que va a protagonizar. También se encuentra inmerso en la composición de la banda sonora de dicha película, lo que le está trayendo más de un quebradero de cabeza. Una voz se levanta entre el jolgorio.

- ¡Ángel!

Ángel se vuelve y ve un brazo levantado. Le reconoce saludándolo.

- A veure si quedem un dia!

- Quan tingui un buit et crido, que estic molt embullat amb el curt.

- Val, una abraçada. I molta merda!

- Gràcies.

Al darse la vuelta, se choca con alguien.

- Perdona.

Ángel se agacha para recoger la rosa que se ha caído. Al entregarla, una dulce mano le llama la atención. Ángel se queda petrificado. Esa mano... Los dedos reclaman la flor mientras Ángel levanta la vista.

- ¿Qué pasa, Ángel? Ni que hubieras visto un fantasma...

Ángel abre los ojos de par en par.

- Pues casi sí...

- ¿No me vas a dar un abrazo?

- ¡Claro!,- se abrazan -. Pero, ¿qué haces en Barcelona, Patricia?

- Pues he venido a pasar unos días con mi marido y mi hija,- Patricia toma la mano de un hombre de aspecto rudo, pero de carácter tierno. Besa a Patricia y protege con el otro brazo a una niña de unos nueve años.

- Hola Dani,- se dan la mano -. ¿Qué tal va el grupo? He oído rumores de que...

- Pues ahí estamos, Ángel. Dudo mucho que saquemos otro disco, pero echando la vista atrás, estamos muy contentos con todos estos años.

- ¿Y ésta quién es?,- Ángel se arrodilla ante la niña sonriendo. La pequeña baja la vista.

- Pues nuestra pequeña joya...,- Patricia la mira.

- Claro... Por eso la llamásteis Gema...

- ¿Y Dani? ¿Por dónde anda?,- Patricia estira el cuello.

- Eso quisiera yo saber...,- susurra Ángel, quien al momento contesta -. Pues no lo sé, la verdad...

Patricia nota la mirada vacía de Ángel, la apatía que emana de su cuerpo al nombrar a Dani.

- ¿Ha pasado algo?

- Pues verás... Es que hace unos meses, en carnavales, Dani y yo, pues... discutimos... Me fui de casa,- Patricia se entristece -. Y no pasa un solo día de que me arrepiente de aquello, pero era lo mejor. Yo no quería sufrir por él, y tampoco quería verle sufrir.

- ¿Y no has vuelto a saber de él?

- Bueno... Los primeros días me llamaba al móvil, pero yo no contestaba. Al cabo del tiempo, su insistencia decayó hasta que hace un par de semanas que ya no sé nada de él.

- Anímate, que al menos tienes tu música y tus cortos,- Patricia pone su mano sobre su hombro.

- Sí...,- Ángel cada vez se volvía más gris.

- Mira, ¿qué te parece quedar esta noche para cenar?

- La verdad es que no he hecho la compra y...

- No, no en tu casa. Mira, acabamos de ver un restaurante muy majo un poco más arriba que debe de estar muy bien. Hemos hecho ya la reserva para esta noche, pero podemos llamar para decir que se apunta uno más...,- Patricia toma el móvil de su bolso.

- No sé...

- Dí que sí, tío,- responde Dani Martín -. Hazlo por los viejos tiempos...

Tras unos segundos dudando, Ángel afirma con la cabeza. Patricia llama y se despiden.

Al regresar a casa no pudo por menos que llorar. Volvió a recordarle... Y eso le hacía daño... Pero no tanto como el que le hizo a él. Avanzó rápido hasta la cocina y abre el frigorífico. No esperaba volver a tomar aquel remedio para olvidar, pero el encuentro con Patricia le hizo recuperarlo. Toma un vaso y lo llena del contenido de aquella botella. Lo toma en su mano, se queda mirando el interior del vaso unos segundos antes de tomarse todo el líquido de un trago. Una mueca de asco y un par de golpes de su puño en el pecho. Aún no sabía por qué tomaba aquello si no soportaba el alto porcentaje de alcohol que aquello llevaba. El resto de la tarde permaneció sereno. No quería aparecer en el restaurante como un borracho. Se puso elegante y bajó a la calle. Tomó un taxi y se apeó delante de la puerta del restaurante.

- Una mesa creo que a nombre de Patricia Conde.

- Sí, por aquí,- aquel elegante hombre le acompañó hasta una mesa -. ¿Desea pedir algún entrante el caballero?

- No... Bueno sí, quizá un vino.

- Le traeré la carta de vinos,- y el hombre se despide con una reverencia.

El ambiente del restaurante era agradable. Diálogos susurrados. Sonidos de cubertería leves. Agradable música en vivo. Un quinteto de jazz magnífico. El contrabajo señalando los ritmos de la melodía, la batería con su característico charlestón dulce, el clarinete canturreando melodías conocidas, y el piano ayudando con los acordes. Tras unos segundos de descanso, el piano comienza a tocar. Pero no era como antes. Los acordes eran cromáticos, atonales totalmente. La gente comenzó a cuchichear mirando al escenario donde estaban los músicos. Ángel se vuelve. No se podía creer lo que sus ojos veían.

jueves, 3 de diciembre de 2009

CAPITULO 67

CAPITULO 67

Dani apretaba las manos de Ángel entre las suyas. No podía levantar la mirada. No era digno de mirarle a los ojos. Ángel no se merecía que sus ojos se mancillaran con su mirada. Ángel le miraba, entre sorprendido y miedoso.

- Venga, Dani…,- Ángel apenas tenía voz. Se imaginaba cualquier cosa.

- Verás Ángel…,- Dani no lograba levantar los ojos de las manos -. El motivo por el que no duermo desde hace días es…,- suspiro -. Esto… ¿Te acuerdas de la otra noche, cuando lo de la fiesta?,- consiguió mirarle a los ojos.

- Sí…,- susurró Ángel. Sabía que todo empezó aquella noche. Algo pasó.

- Pues el asunto es que…,- volvió a bajar el rostro -. Me encontré con alguien… que se te parecía bastante… O esa fue mi impresión… Estaba tan obsesionado contigo aquella noche que me parecía verte por todas partes…,- Ángel tomó las manos de Dani entre las suyas y las apretó. Dani giró el rostro -. No. No puedo hacerlo…

- Dani…,- Ángel se temía lo peor -. Dímelo. Si no, no volverás a dormir por las noches.

- Ángel…,- los ojos de Dani comenzaron a brillar tristemente cuando se encontró con los de Ángel -. Hubo un chico que llevaba un disfraz muy parecido al tuyo aquella noche… O eso me pareció al principio… Creí que eras tú… Bailé con él… Luego nos besamos…,- Dani derramó una lágrima -. Él me llevó a los baños… y… y…,- no pudo continuar.

Dani se apoyó en su hombro y lloró. Ángel también inclinó la cabeza y le acompañó. Le acarició la nuca.

- Tranquilo… Ya pasó…,- le calmaba -. ¿Ves como no ha sido tan difícil? Ahora tendrás la conciencia tranquila y podrás dormir por las noches…

- No lo sé…,- los sollozos le entrecortaban.

- Tranquilo, porque te perdono.

Dani se levanta y le mira a los ojos, incrédulo.

- ¿De veras?,- Ángel asiente -. ¡Gracias! ¡Gracias Ángel!,- y le besa.

- Te perdono,- continúa Ángel, cuando logra parar a su amigo -, sobre todo porque eres un tío. Y los tíos, ya sean heteros o gays, siempre estamos pensando en lo mismo, y…

- No. No es verdad. No me has entendido,- Dani le mira serio.

- Sí que te he entendido. Me confundiste con uno que se disfrazó igual que a mí, y eso te llevó a aquel fatal error.

- Pero no pasó nada. O eso quiero pensar… Tan sólo que él…

- Dani. Yo te amo. Y sé que tú me amas. Y eso jamás cambiará. Y ahora vamos a la cama a dormir.

Ángel se levanta del sofá, todavía agarrado a Dani. Éste le mira perplejo. De repente, Dani se arrodilla en el suelo ante él y le abraza por las piernas.

- ¡Oh, Ángel!,- lloraba amargamente -. ¡No soy digno de tu perdón! ¡No me lo merezco!

Ángel le ayuda a levantarse. Se abrazan. Van hasta la habitación y se meten en la cama. El silencio gobernó aquel cuarto como si de un infranqueable muro se hubiese levantado entre los dos. No se hablaron. Tan sólo pensaron en aquella conversación que acababan de tener. Ángel miraba al techo. Dani le daba la espalda, acurrucado entre las sábanas. Lloró en silencio, hasta que se durmió.

Se despertó asustado. Su conciencia no estaba tranquila del todo. Miró el despertador. Ya eran poco más de las ocho de la mañana. No se atrevía a volverse. Se sentía mal por haberle contado todo a Ángel, más incluso que cuando se lo ocultaba. Pero logró encontrar algo de valor en su alargado cuerpo.

- Ángel…,- susurró sin volverse -. Muchas gracias por perdonarme, pero no me lo merezco. Es más, no te merezco. Te mereces a alguien que no te deje solo si estás enfermo. Debí haberme quedado contigo aquella noche… No me veo con el valor suficiente de mirarte a los ojos. No soy digno de merecer su brillo. Ni tampoco de tus besos, ni tus abrazos. Me siento sucio desde entonces… No quiero contagiarte, porque para mí eres la pureza hecha carne. Una carne que no me merezco probar jamás…,- silencio -. Ángel…

Dani se vuelve. El lugar de Ángel en la cama estaba vacío. Se incorpora. Al palpar el hueco de la cama, encuentra una nota.

- “Perdono, peró no oblit”.

Dani lloró en silencio. Sabía lo que eso significaba. Miró a su alrededor y vio la pueta del armario entreabierta. Se levanta de la cama y avanza lentamente, imaginándose lo que al final descubrió. Toda la ropa de Ángel desapareció. Aunque había muchos objetos personales de Ángel en la casa (sus TP’s, fotos, su teclado...), sabía que Ángel volvería más tarde a por ellos. Dani pensaba en hablar con él entonces, pero sería imposible. Si Ángel tomaba una decisión, era muy difícil hacerle cambiar.