lunes, 30 de noviembre de 2009

CAPITULO 65

CAPITULO 65

El rostro de Dani se desencajó por completo. Acababa de recibir un mensaje de Ángel... que estaba en casa... Si Ángel estaba en casa..., entonces..., ¿quién era el que estaba de rodillas...? Dani, con el terror escrito en su mirada le arrancó la máscara. El joven que se quedó al descubierto se volvió, cubriendo su rostro entre sus manos. Los ojos de Dani empezaron a enrojecerse, pero no de llorar o por el humo, sino de ira. Pura ira. Deseaba en ese momento darle una paliza a ese chico que estaba sentado en el suelo. La música estaba alta, y en el resto de cubículos había parejas actuando igual que ellos hasta hace unos instantes. Pero esa ira, esa paliza no iba dirigida a ese pobre infeliz. Lo que Dani deseaba era desahogarse consigo mismo. Así que le tiró la máscara al joven, se abrochó el pantalón y salió bastante malhumorado del baño directo a la salida de la discoteca.

A medida que andaba por la calle, el enfado se le desvanecía. Aunque, mejor dicho, se le cambiaba el mal humor por la tristeza. Por cada paso que daba, un gramo de ira se transformaba en una lágrima de tristeza, hasta que se oculta en una esquina. Apoyando su espalda en la pared, se dejó llevar y liberó toda la tristeza que le empezaba a carcomer. Su rostro, en un momento dado, se endureció. Apretó los dientes y dio un golpe con el puño en la pared. Volvió a llorar amargamente. Y así estuvo durante varios minutos. Cuando logró calmarse, metió la mano en un bolsillo de la chaqueta para coger un pañuelo, pero sacó también las llaves de la casa. Se las quedó mirando como un idiota.

- ¿Debo o no debo...?,- pensaba -. Si se lo cuento, podré tener la conciencia tranquila, pero el pobre Ángel... Y si no se lo cuento, mejor para él, pero estaré de un rayado... ¿Qué hago? ¿Qué demonios hago?

Se pasó el resto de la noche vagando por las calles de Madrid, cabizbajo, apesadumbrado. No le dio importancia los gritos de un grupo de chavales a punto de pelearse en la acera de enfrente. No le dio importancia a la prostituta que estaba trabajando en el interior de un portal mientras otras tres compañeras se le insinuaban. No le dio importancia al empujón que le dio un chaval que apareció corriendo en una esquina. No le dio importancia a nada. A nada excepto al lugar donde le llevaron sus pasos.

Alzó la mirada y vio el número del portal. Empujó la puerta y accedió al portal. Subió las escaleras y metió la llave en la cerradura. El interior de la casa estaba oscuro. Todo era silencio. Dani avanzó con cuidado hasta llegar al dormitorio del enano. Dormía plácidamente. Realmente era un ángel. Dani se acercó tímido hasta él. Le miró. La habitación estaba prácticamente a oscuras, pero Dani podía apreciar los rasgos de su rostro.

- Ángel...

Quiso acariciarle, pero se detuvo. Se sentía tan sucio desde el incidente que presentía que todo lo que tocara acabaría convertido en mierda. Así que salió de la habitación y se fue al salón, a la terraza. Allí, Dani saca de su bolsillo un paquete de tabaco y toma un cigarrillo. Enciende el mechero y lo acerca al pitillo. Primera calada. A pesar de ser la marca que siempre consumía, aquel era un sabor distinto, almizclero, amargo. Miró el cielo estrellado. La luna parecía recriminarle por su acción desde ahí arriba, y le daba la espalda en su cuarto menguante.

- ¿Por qué no me di cuenta antes?,- se atormentaba a sí mismo -. ¿Por qué? Aquel chico era tan alto como yo... El disfraz era de colores diferentes... La máscara...

Dani no podía olvidar la cara de aquel muchacho, de no más dieciocho años, pelo muy corto, rostro afeminado. Si hasta le pareció ver que llevaba pendientes en ambas orejas. Dani empezó a llorar, no por él, no por Ángel, sino por el chico. Tan joven y ya seguro que ha visitado muchos baños... Bajó la mirada y se miró la entrepierna.

- Y todo por pensar con esto...,- pensó enfurecido -. Estoy por coger un cuchillo y... y...,- vuelve el rostro y suspira enojado.

Un abrazo por la cintura. Un beso en el cuello. Un mentón posándose en su hombro.

- ¿Qué tal te lo has pasado?

- ¿Qué haces despierto?,- pregunta Dani, asustado.

- Tenía sed y fui a beber agua, y, al pasar, he visto la puerta de la terraza abierta y...

- Vete a la cama, anda, que así no te vas a curar nunca.

La voz de Dani sonaba imperativa, distante, apática.

- ¿Te encuentras bien?

- Sí, muy bien,- Dani se metió dentro de la casa.

Ángel estaba perplejo.

- Oye, perdona por el mensaje. Pero me dijiste que cualquier cosa que te llamara.

- E hiciste muy bien,- Dani apaga el cigarro a medio consumir en un cenicero del salón.

- ¿Te ha molestado algo? ¿Ha pasado algo?,- Ángel entra en el salón y avanza hasta donde está Dani.

- No. Nada,- sale del salón -. Me voy a la cama.

- ¿Y mi besito de buenas noches?,- Ángel le hablaba dulcemente mientras ponía morritos, pero Dani se mete en su habitación.

Ni siquiera se ha vuelto para mirarle. No podía.

domingo, 29 de noviembre de 2009

CAPITULO 64

CAPÍTULO 64

-¡Ángel!

A pesar de sus gritos, la música le eclipsaba. Dani peleaba contra aquella marea de personas, hasta que al fin pudo tocarle el hombro. Aquella persona se volvió.

- Veo que al final te has decidido a venir,- Dani era incapaz de evitar alegrarse -. Ven, vamos a tomar algo.

Fueron hasta la barra. Las chicas desaparecieron al volver a la pista de baile. Dani pide dos whisky con cola. El camarero los sirve en vaso alto y Dani los coge, entregando luego uno a aquel "payaso diabólico".

- Tío, haberme llamado que venías o algo, que me has tenido en un sin vivir.

Trago de whisky.

- ¿No me dices nada?,- Dani se extrañaba -. ¡Ah, claro! Sigues griposo, y la voz la tienes destrozada. Pues haberte quedado en casa, que lo mismo mañana ni te puedes mover,- Dani fija su mirada en el interior de su vaso -. Y yo que quería hablar contigo y no sólo hablar para ti...,- sube la mirada -. Bueno, al menos me has quitado los nervios que tenía encima. Si es que se me estaba formando un nudo en el estómago... Pero bueno, si quieres volvemos a casa y...

El payaso niega con la cabeza, toma a Dani de la mano y se lo lleva al interior de aquella marabunta humana.

- Ángel... Tú ya sabes que no me gusta bailar...,- el otro empezó a contonearse. Dani alucinaba -. ¿Has dado clases de baile o qué? ¡Ah, no! ¡Calla! ¿Por qué no me he dado cuenta antes? Si eres fan de Ortega Cano...,- sonríe e intenta menearse.

Aquel baile, que empezó como simple diversión, pronto tomó tintes carnales, y aquellos dos cuerpos comenzaron a juntarse cada vez más. A medida que avanzaba la música, los dos bailarines fueron acercándose más, hasta que terminan por unirse en un abrazo opresor. La música destrozaba los oídos, el humo enrojecía los ojos, el sudor empapaba sus cuerpos, pero ellos ya no estaban ahí. Estaban en un plano de realidad superior. Un plano donde sólo estaban los dos bailando al compás de una música celestial, juntos, a modo de danza lenta. Dani, hipnotizado por el momento, tomó la barbilla de la máscara y empezó a subirla lentamente. Una mano le paró cuando estaba a punto de descubrir su nariz. Y se besaron. Tras aquel beso, diferente a los de otras veces, el payaso toma a aquel directivo tan moderno de la muñeca y se lo lleva fuera de la pista de baile, a un rincón oscuro y solitario, donde nadie les podía molestar, y siguieron con tan peculiar cortejo.

- Ángel...,- susurraba jadeante Dani -. ¿Y de ésta no acabaré yo también con gripe?,- pero un dedo le tapa la boca.

Los dos van a los aseos de la discoteca y entran en uno de los cubículos individuales, cerrando la puerta por dentro. Dani se quedó de pie, apoyando la espalda en una de las paredes mientras el otro se arrodillaba delante de él y le desabrochaba el cinturón y el pantalón con desesperación.

- Tranquil, nan meu...

Dani empezaba a ver borroso, sin saber si era por el humo o por el alcohol. O por... Se sentía como si viviese un sueño. Se sentía frotar. Se sentía en una nube de algodón blanco bañada por un dorado sol que calentaba su rostro. Se sentía como si estuviera tumbado en un verde y florido prado, acariciado por una fresca brisa de aroma marino. Se sentía como acurrucado entre metros y metros de una suave y blanda colcha rellena de las más exquisitas plumas, con una hoguera encendida en la chimenea y con kilómetros de nieve rodeando aquel lugar.

Se sentía como si en todos aquellos lugares imaginados estuviera él con Ángel. Ángel y él. No existía más mundo que ellos dos, aunque el ruido y el temblor que producía la música, el sonido de las cisternas vaciándose y el dolor que le producía en la espalda al clavársele el porta-rollos le hacían volver a aquella asquerosa realidad.

Pero aquella paz interior, aquella sensación tan espiritualmente llenadora fue interrumpida por un timbre. Dani mostraba en su rostro un gran malhumor raramente mezclado con gran placer.

- Merda...,- susurró al tiempo que se metía la mano en el bolsillo del pantalón -. No me puedo creer que me pase esto ahora...,- dirigiéndose luego a quien estaba entre sus piernas -. Tú sigue, tranquilo -. Dani mira la pantalla del móvil.

Un mensaje de texto.

- "Lo siento, xo m kedo en casa. No m encuentro muy bien. Aun así espero q t lo pases genial. Mñn hablams. Un petó. Ángel".

sábado, 28 de noviembre de 2009

CAPITULO 63

CAPITULO 63

Dani llegó hasta la puerta de la discoteca. Tuvo que guardar cola durante unos minutos que se le hicieron eternos más por el frío de la calle que por la espera en sí. La bufanda protegía sobremanera su cuello, oculta tras la chaqueta totalmente abrochada, con el cuello vuelto. Las manos metidas en los bolsillos, con los brazos tan estirados que pareciera que se le iban a salir por debajo. Los hombros ayudaban a ocultar su rostro del frío.

Cuando consiguió atravesar el infranqueable muro del portero, abrió la puerta y se encontró de frente con dos jóvenes muchachas en el interior. Una estaba disfrazada de conejita y la otra de enfermera. Una de ellas le entregó un ticket que Dani pagó y pudo al fin entrar en la discoteca.

Ahí la temperatura era más pasable, la música era atronadora y la pista de baile estaba abarrotada de gentío. A duras penas pudo llegar hasta la barra. Ahí, un camarero vestido de pirata tomó nota de su pedido. Mientras el camarero vaciaba en un vaso largo el interior de dos botellas, una muchacha se acercó a la barra a pedir su bebida. La chica se fijó en Dani, quien estaba de espaldas a la barra apoyado con los codos, y mirando al frente, pensativo.

- ¿Dani?,- dijo la chica, poniéndose en el campo de visión del catalán. Aquello surtió efecto y Dani se fijó en ella -. ¿Eres Dani Mateo?

- Sí.

- ¡Por fin! ¿Se puede saber cuándo coño vas a pasarte por Murcia?

Dani puso mueca de no entender nada, pero al momento comprendió, echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y sonrió.

- ¡Joder! ¿Es que nunca me voy a librar de ti...? Como era... Trixie, ¿verdad?,- se besaron en las mejillas.

- Puedes llamarme Encarni.

- ¿Qué haces aquí?

- Pues había venido a ver a unas amigas y me han engañado para salir esta noche.

- ¿Dónde están?,- preguntó Dani, buscando entre la multitud. Encarni alza el brazo. Un pequeño grupo empezó a avanzar hasta llegar a ellos.

- ¡Hostia! ¡Dani Mateo!,- gritaron todas.

- Déjame que te las presente. Esta de aquí, la que va de cabaretera, se llama Paula.

- Más conocida como la chica del Red Bull,- contestó Paula -. Aunque dudo que te acuerdes...

- De eso no,- dijo Dani -. Pero de esto sí,- y tomó la boa de plumas que llevaba al cuello para ponérsela él, haciendo las delicias del grupo.

- Esta que va de cosplay es Paula también, aunque para distinguirla, la llamamos Agui-chán.

- ¿Agui-chán?,- Dani no comprendía.

- Es dibujante y acaba de publicar su tercer álbum de manga. Y aquella que va de colegiala es Tamara.

- Puedes llamarme Wengermina,- Tamara miraba a Dani con mirada maliciosa. Dani fue a saludarla, pero Tamara sacó algo de detrás suyo -. Antes pide permiso a mi cuchillo desguazador.

Dani se asustó, pero pronto recapacitó al ver que aquel cuchillo era de cartón. Encarni terminó de presentar a todas las chicas (Selene, Laura, Sandra, Mónica, Marta, Gloria, Cristina, Dacil...).

- Bueno,- dijo Encarni -. ¿Y tú, de qué vas disfrazado?

- Pues...,- Dani se quitó la chaqueta y la bufanda. Las chicas se asombraron y rieron juntas al reconocer el disfraz.

- ¡Directivo de Cuatro!

- Es súper cool,- respondió Dani imitando al personaje.

- Oye, ¿y Ángel?

- Está en casa,- las chicas mostraron cierta tristeza en sus rostros -. Está un pelín griposo y no sé si podrá venir.

- ¡Que venga para poder ver el emedós en directo!,- gritó una de las chicas rebosante de alegría.

- ¿Emedós?,- Dani preguntó extrañado. Las chicas comprendieron que Dani no comprendía y rieron.

- Ya te lo explicaremos...

- Y Ángel, ¿de que iba a disfrazarse? ¿De Risto? ¿De Pablo Motos?

- ¡Manolín!,- gritaron todas a la vez.

- No, no es ninguno de sus personajes. Iba a ir de...,- Dani se quedó petrificado. Miraba al frente. Su rostro se heló. Las chicas eran ahora quienes no comprendían lo que estaba pasando.

Dani se adelantó unos pasos, dejando al grupo en la barra.

- ¡Ángel!

jueves, 26 de noviembre de 2009

CAPITULO 62

CAPITULO 62

Durante los dos días siguientes, Ángel no se movió de la cama. Dani estuvo atento a él, a todo lo que hacía y pedía. ¿Que Ángel quería hablar con él? Se acercaba y se sentaba a su lado. ¿Que le apetecía comer algo? Dani se lo preparaba. ¿Se aburría? Dani jugaba con él a la PS3. Ángel fue durante esos dos días el mimado de la casa. Y aquellos cuidados parecían surtir efecto, ya que la fiebre le comenzó a bajar, y la ronquera se le suavizaba.

- ¿Podrás salir esta noche?,- le preguntaba Dani, mientras se probaba el disfraz delante de un espejo.

- No lo sé, la verdad,- respondía Ángel, metido aún en la cama -. Hasta el último minuto no lo sabré.

- Si no puedes salir, lo dejamos…

- No. Tú sal, que buena falta te hace. Te has quedado estos dos últimos días en casa cuidándome. Te mereces salir un rato. Ya, si eso, salgo yo.

- ¡Bueno! ¿Qué te parece?

Dani se dio la vuelta para que Ángel le viera. Éste le miraba detenidamente de arriba a abajo. Se había puesto unos pantalones vaqueros abrochados con un cinturón ancho un poco por debajo de la cadera. Llevaba una camisa morada abotonada hasta la mitad, dejando al aire su pecho, camuflado por un gran colgante de falso oro. Llevaba las mangas subidas hasta el codo. La camisa la tenía metida por dentro del pantalón, entallándose a su largo cuerpo. El cuello de la camisa estaba levantado. Varios anillos decoraban sus huesudos dedos. Llevaba unas gafas sin cristales, de pasta, que le cubrían casi todo el rostro. Y, para rematar, una pequeña peluca rubia que apenas le cubría todo el cabello.

- ¿No pasarás frío con eso?,- Ángel le miraba entre divertido y extrañado.

- O sea, que sepas que este disfraz es súper cool, ¿okey?,- responde Dani, con ademanes exagerados y voz suave, con cierto toque afeminado -. Es lo más fashion de la party y ganaré el premio. ¿Sabes? I will be the winner!

Los dos ríen.

- Hacía mucho que no hacíamos estas cosas…,- comenta Ángel poco después.


- Bueno,- Dani se limpiaba las lágrimas -. ¿Y tu disfraz? No me digas que vas a ir de...

- Está ahí,- Ángel señala el armario.

Dani abre el armario y ve una funda de tintorería. La descuelga y abre la cremallera. Era un traje muy grande, sobre todo para el enano, de colores brillantes y chillones, combinados prácticamente de forma aleatoria, aunque se notaba la predominancia del verde.

- Ángel...,- Dani no podía apartar la mirada de aquel traje -. ¿Se puede saber qué es...?,- al volver la mirada hacia Ángel, Dani da un grito.- La mare que et va parir

Ángel no paraba de reírse mientras Dani se apoyaba en la puerta del armario, con la mano en el corazón y cerrando los ojos.

- Haz el favor de quitarte eso ,- Ángel se quita la máscara que se había puesto mientras Dani observaba el disfraz. Llevaba una careta de payaso diabólico -. Te he dicho que te quites la careta.

- Ja... ja... ja...,- ríe falsamente Ángel al comprobar la "venganza" irónica de Dani.

- ¿Así que este es tu disfraz? ¿Payaso diabólico?

- Perdona, pero te confundes. Iré de Miguel Temprano.

Vuelven a reír recordando.

- Bueno...,- Dani cuelga el disfraz en el armario y se vuelve serio -. Creo que me voy a ir yendo ya...,- mira su reloj de pulsera.

- Sí...,- Ángel mira a otro lado.

Dani se acerca a Ángel y le besa en la sien.

- Cuídate. Cualquier cosa me llamas al móvil.

Y tras abrazarse, Dani toma su chaqueta y una bufanda y sale a la calle rumbo a la fiesta de disfraces.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

CAPITULO 61

CAPITULO 61

A la mañana siguiente, Dani abre los ojos. Ve a Ángel a su lado, dormido.

- Si parece un verdadero ángel…,- sonríe.

Quiere abrazarle, besarle, repetir lo de la noche anterior, pero se retracta. No quiere despertarle. Dani se levanta con cuidado y sale de la habitación en silencio. Cierra la puerta y se dirige al baño para ducharse.

Mientras dejaba que el agua empapase bien su cuerpo para limpiarse de los excesos de aquella noche, Dani comenzó a pensar, a recordar todo lo que han pasado juntos. Las alegrías, las tristezas, las peleas y los reencuentros. Deseaba que Ángel jamás se alejase de él, no quería que les pasara de nuevo lo acaecido cuando él mismo sufrió aquella terrible amnesia. Mientras se frotaba el cuerpo con la esponja, se miró las cicatrices de aquella trágica noche en la que casi deja solo a Ángel. Ya no le dolían… físicamente, pero el dolor interior era imposible de curar.

- Dani, ya vale,- se dijo a sí mismo -. Gracias a Dios que aquello ya pasó. Ahora estás con Ángel, y todo vuelve a ser de color de rosa.

Dani sale de la ducha y se enrolla la toalla a la cintura. Y de esta guisa entra en la cocina para preparar el desayuno. Mientras se calentaba el café, Dani vuelve a la habitación. Ángel seguía absorto en sus sueños, sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Dani busca en la oscuridad su ropa y se viste. Toma luego la cazadora y busca su monedero. Cierra la puerta de la habitación con cuidado, toma las llaves del mueble de la entrada y sale, cerrando la puerta de la calle en silencio.

Al llegar a la calle, una fría brisa le aviva. Oculta su cabeza en el cuello de la cazadora, mete las manos en los bolsillos y camina cabizbajo y con cierta prisa. Al doblar la esquina, entra en una tienda. Una barra de pan, una docena de huevos, un paquete de sal, otro de arroz, una lata de atún y una botella de aceite. Al salir de la tienda, ve a un chaval repartiendo propaganda en folletines. Dani no consigue evitarlo y el chico le encasqueta uno de esos panfletos. Dani lo lee mientras regresa a casa.

“Fiesta de disfraces. Ven y disfruta de una noche inolvidable. Baila desde la medianoche hasta el amanecer. Premios para los mejores disfraces. Especial copas 2x1. ¡Ven y diviértete!”

Dani se sonreía. Un pensamiento había llegado a su loca mente.

- Ya hace mucho que Ángel y yo dejamos la época de las discotecas… Pero bueno, un día en un día.

Al llegar a la casa, deja la compra en la cocina, apaga la cafetera y se sirve una taza. Toma un sorbo para entrar en calor. Guarda la compra y sirve otra taza. Prepara una bandeja de desayuno, con la taza de café, unas galletas y mantequilla. También deja en la bandeja el folleto de la fiesta. Él no estaba muy por la labor de ir a esa fiesta que era dos noches después, pero si a Ángel le apetecía, él también iría. Era más por estar junto a él que por estar de fiesta. Daba igual donde estuviera, con Ángel siempre había fiesta.

Abre el picaporte con la ayuda del codo y entra. Ángel ya estaba despierto.

- Bon dia, àngel meu...

Ángel se sonríe mientras se sienta en la cama. Dani le acerca la bandeja del desayuno.

- Joder, Dani… Es como si fuésemos novios todavía,- la voz de Ángel sonaba muy ronca.

- Hay que recuperar el tiempo perdido…

Ángel tose un par de veces. Era una tos muy seca.

- ¿Estás bien?,- la voz de Dani suena preocupada.

- No… no es nada…,- Ángel se calienta con el café.

Dani le mira serio. Sus ojos están rojos, su voz suena ronca y con cierto tono nasal. Tos seca. Su cara se había tornado de una blancura enfermiza. Sólo la nariz y las mejillas recordaban el tono natural de su rostro. Dani pone su mano sobre la frente de Ángel.

- Estás muy caliente, Ángel…

- No lo creo… Ya me desfogué lo suficiente anoche…

- Déjate de bromas. Lo digo en serio…

Dani se levanta y sale de la habitación. Al poco vuelve con un termómetro, que se lo da a Ángel.

- Estoy bien…

- No. No lo estás.

Ante la insistencia de Dani, Ángel se pone el termómetro en la axila, a regañadientes. Mientras el mercurio señala la temperatura, Dani prepara el frenadol. Al cabo de unos minutos, Dani pide el termómetro.

- Cuarenta y dos grados…

Dani acerca el vaso de la medicina a Ángel quien lo rechaza, pero Dani se lo vuelve a acercar. Ángel se lo toma, con una mueca de asco.

- Y ahora vístete y no te muevas de la cama,- le dice acercándole la camisa del pijama.

- Pero, ¿y esto?,- pregunta Ángel, señalando el panfleto.

- Para el año que viene. Lo importante es que te cuides y te repongas.

- Que no es nada. Esa noche salimos.

- Que no. Tú quédate quieto aquí. Cualquier cosa me lo dices.

- Pero, ¿te hace o no ilusión?

- ¿Lo de los disfraces? Hombre… Si estuvieras conmigo sí, bastante. Pero has pillado un buen resfriado.

¿Quizás por lo del coche?

- Tú tranquilo. Que seguro que me recupero a tiempo.

- Yo no lo creo…

- Hazme caso.

- ¿Seguro?

- ¡Segur! Si yo con el frenadol en cinco minutos me recupero. Tú piensa en tu disfraz, que yo ya tengo preparado el mío.

martes, 24 de noviembre de 2009

CAPITULO 60

CAPITULO 60

Durante el resto del día no volvieron a tener pensamientos desagradables. No volvieron a pensar en el bebé, no volvieron a pensar en la tristeza. Todo era alegría ya en sus corazones. Reían, hablaban, besaban. Durante el resto del día no salieron de la casa. Se quedaron dentro, hablando tranquilamente de sus cosas, recordando sólo los buenos momentos, desechando los malos, Dani intentando tocar el piano, Ángel intentando enseñarle. Así pasaron el día. A la noche, se pusieron a ver una película en la televisión, con la luz apagada, acurrucados en el sofá, con la manta sobre las piernas. Dani estaba apoyado en el brazo del sofá, mientras Ángel, más tumbado, se abrazaba a Dani, apoyando su cabeza en el costado. Dani le mira, y pasa su brazo por la cintura del pequeñín.

Al acabar la película…

- Ángel… Ángel…,- murmullos somnolientos de Ángel -. Ángel, vamos a la cama…,- Ángel se revuelve, apretando su rostro contra la camisa del larguirucho -. ¡Joder, Ángel! ¡No me llenes de babas!

- Pues bien que no te quejaste esta mañana en el coche…,- la voz de Ángel seguía sonando dormida.

- Venga, enano, a la cama.

- Si no tengo sueño…,- la voz de Ángel comenzaba a apagarse.

- ¡Anda que no! Si apenas empezaron los créditos iniciales ya estabas roncando,- Ángel comienza a roncar -. Venga tío, vamos ya a la cama, que son más de las dos de la mañana.

Ángel hace el esfuerzo por incorporarse, momento aprovechado por Dani para levantarse para coger el mando de la televisión y apagarla. Ángel se pasa las manos por la cara. Sus ojos se cerraban, pero Dani le toma de la mano y le levanta del sofá. Ángel comienza a dirigirse a la habitación mientras Dani, tras dejar la manta en el sofá, le acompaña.

Al llegar a la habitación, Dani deja a Ángel sentado en la cama, pero Morfeo le vence y Ángel se deja caer encima de la cama. Dani comenzaba a desabrocharse la camisa, pero al ver a Ángel tumbado, se acerca y le quita los zapatos.

- Pobre meu…,- piensa Dani -. Está totalmente muerto…

Fuera calcetines.

- Con todo lo que nos ha pasado, ya era hora de tener un momento de tranquilidad, de sosiego y paz. Ya era hora de tener un día entero para nosotros solos.

Comenzaba a desabrocharle el pantalón, cuando Ángel abre un ojo y le ve.

- No me irás a violar ahora, ¿verdad?

- Tú estás despierto cuando te conviene, ¿no?

Ángel le toma del cuello de la camisa y le atrae hacia sí. Dani acaba tumbado encima de Ángel, asombrado. Ángel le besa.

- ¿No irás a violarme tú a mí?

- Touché,- y comienzan a besarse, a abrazarse.

Ángel le quita la camisa a Dani mientras éste se desata el cinturón. En un arrebato de pasión sin precedentes, Dani toma el pantalón de Ángel y se lo arranca. Ángel toma su cabeza entre sus manos y se vuelven a besar apasionadamente. Dani logra escapar disimulando un camino de besos en el cuerpo de Ángel, desde la boca, pasando por el cuello, el pecho, el abdomen, hasta llegar a la ropa interior del enano, donde se apreciaba la predisposición de Ángel a fundirse con Dani.

Dani lentamente retira la prenda y se maravilla con aquello que ocultaba. Comienza a acariciarlo, a palparlo suavemente, mientras Ángel cierra los ojos, transportándose a un mundo maravilloso de sensaciones. Dani, no contento con lo que hacía, lo saborea, lo degusta tranquilamente, mientras Ángel, dejando salir de su garganta una tímida admiración, le toma del cabello, enseñándole el ritmo que debe llevar.

Tras unos instantes, Ángel le lleva de nuevo hacia su rostro y vuelven a besarse, mientras Ángel, disimuladamente, introducía su mano furtivamente por dentro del pantalón. Sacando fuerzas de su interior, el pequeño toma a Dani y le voltea, quedando él encima. Imitando a su compañero, igualmente se recrea en un imaginario itinerario por el cuerpo de Dani, llegando a su erecta entrepierna. También lo probó, frotándolo contra su lengua, hasta que Ángel se levanta, se aproxima y se sienta encima de él.

- Oh, Ángel…,- susurra asombrado mientras su amigo se quita la camisa.

Ángel se sienta sobre el vientre de Dani para unirse a él. Dani nota la fusión y cierra los ojos. Ángel ayuda a Dani a unirse con él. Y comienzan a bailar la danza del amor, el baile de la carne, el cortejo de la fusión. Dani le toma de la cintura mientras Ángel permite a su amigo viajar a su interior.

Dani, volviendo en sí, tumba a su amigo y le aprisiona con su cuerpo mientras continúa con su juego, acompañando sus envites con los jadeos del enano. Hasta que estalla, estalla en una combinación de fuegos artificiales, flores abriéndose al calor de la primavera y gotas de sudor frío resbalando por los poros de su cuerpo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

CAPITULO 59

CAPITULO 59

El sol intentaba husmear a través de los cristales empañados. Se había levantado temprano para ser el primero en saber qué ocurrió en aquel coche por la noche, pero apenas se podía ver el interior. Los pájaros empezaron a hablar entre ellos, para tratar de averiguar si alguno vio algo. Y aquel jolgorio despertó a Dani. Abrió lentamente los ojos. Y lo primero que notó fue un dolor terrible de espalda. Acababa de demostrar que no es saludable dormir en el asiento trasero de un coche, y mucho menos acompañado. Y le vio ahí, abrazado a él, con la cabeza apoyada en su pecho, durmiendo plácidamente. Dani sonrió somnoliento y le acarició el cabello. Ángel reaccionó moviéndose un poco y apretando un poco más su abrazo. Por fin, Ángel abre los ojos.

- Bon dia,- responde Dani.

- Buenos días...,- susurra Ángel, dibujando una sonrisa tontorrona en su rostro.

- ¿Qué tal ha dormido mi rey?

- Como nunca...

- Pues yo no,- Ángel abre los ojos totalmente espabilado y le mira incrédulo. Dani se acomoda en el asiento y arquea la espalda, dejando escapar de su garganta un sonido gutural señal de dolor.

- ¿Qué te pasa?

- Creo que cogí una mala postura...

- ¿Cuál de ellas?

Los dos ríen.

- No. Me refiero al dormir. Creo que si hubiéramos abierto las ventanillas habría dormido mejor...

- Mira. Eso es lo único bueno que tiene ser bajito,- responde Ángel -. Que puedes ocupar todo un asiento trasero de un coche estirado.

- Ángel...

- Dime...

- Que muchas gracias por lo de anoche. En verdad que lo necesitaba.

Ángel arquea la ceja y mira a Dani irónico.

- No me refiero a eso,- ríe Dani -. Sino a lo de justo antes... Lamento haberme puesto tan tonto ayer... Pero la verdad es que me afectó bastante. Pero con lo de anoche me he dado cuenta que no necesitamos bebés en nuestra relación, porque ya te tengo a ti, el meu petit,- se besan. Y aquel beso comenzó a llenar de lujuria aquel asiento... otra vez. Pero Dani frena a Ángel, quien comenzó a marcar un camino de besos por su cuerpo. Se abrazan fuertemente y se miran a los ojos. Dani comenzó a canturrear con esa voz tan propia de un bajo de ópera -. "Quiero envolverme en tus brazos; que no quede entre tú y yo un espacio...",- Ángel sonríe y posa su cabeza de nuevo en el pecho de Dani, jugueteando con el vello que le cubría, mientras éste le sigue susurrando al oído -. "Ser el sabor de tu boca, y llenarme todo con tu aroma..."

- "Ser confidente, y saber por dentro que eres tú...",- cantan a dúo.

- "Naaa...",- responde Ángel.

- "Como un tatuaje vivo...",- siguen los dos, aunque Dani con risa añadida por la respuesta de Ángel.

Pero la canción es interrumpida por unos golpes en la ventanilla. Los dos miran asustados. Una silueta se deja entrever entre los cristales empañados, una silueta que intenta ver en el interior. Aunque ninguno veía claramente al otro, la pareja pudo saber quién llamaba y, asustados, se incorporan y comienzan a vestirse.

- Un momento...,- responde Dani ante la insistencia de aquella figura. Ángel mira a Dani con cierto enfado. Dani le responde levantando los hombros. Cuando ya estaban medio decentes, bajan la ventanilla.

- Buenos días, caballero,- saluda la figura, llevando la mano a su sien.

- Buenos días,- responde Dani jadeante y asustado. Ángel se había dado la vuelta sonrojado.

- ¿Tienen algún problema?

- ¿Nosotros? No, ninguno... Simplemente que nos hemos dormido dentro del coche...,- Ángel da un disimulado puñetazo a Dani en las costillas. Dani sonríe un poco.

- De acuerdo,- el oficial se retira -. Entonces, circulen, por favor.

Dani sale del coche y se pone en el asiento del piloto. Cuando ya están en camino, Dani mira a Ángel a través del retrovisor, y, cuando sus miradas se encuentran, estallan en carcajadas.

sábado, 21 de noviembre de 2009

CAPITULO 58

CAPITULO 58

Ángel se pasó el resto del día desesperado. Dani no paró de llorar en todo el día, pero no se separó de él ni un sólo instante. Le estuvo consolando, reteniendo el germen de furia que cada minuto crecía dentro de él.

- "No te enfades con él",- pensaba para sí -. "Hizo lo que pudo, y es lógico que esté así. Lo hizo por ti".

Le abrazó. Le calmó. Le habló. Pero nada parecía surtir efecto. Hasta que Ángel, con el enfado a punto de salir de él, se separa y le dice:

- ¿Sabes qué?

- ¿Qué?,- Dani intentaba calmarse.

- Coge las llaves del coche,- le dice al tiempo que se levanta del sofá.

- ¿Por?

- Tú hazme caso.

Dani se levanta, sin comprender, y, con paso anodino, se dirige al mueble de la entrada y toma las llaves de su coche de dentro del cuenco. Ángel fue a la habitación y salió con su cazadora puesta y entregándole a Dani la suya.

- ¿A dónde vamos?

- Chsss... Es un secreto...

Montan en el coche. Dani sigue las indicaciones de su amigo. Terminan por salir de la ciudad. Conducen por un camino secundario, donde, en cierto punto, la calzada se transforma en tierra suelta. Debido a la oscuridad de la acechante noche, lo que tenía que haber sido en quince minutos se alargó incluso el triple.

- Para aquí mismo.

Dani frena y apaga el motor y las luces. Se quedan mirando al frente. Habían llegado a un descampado desde el cual se podían vislumbrar las luces de Madrid. Luces que peleaban contra las estrellas del cielo por ver quién se imponía.

- ¿Qué te parece?

- La verdad, Ángel... Es un sitio precioso... Con el cielo tan estrellado... Esto en la ciudad es imposible de ver. ¿Cómo conoces este lugar?

- Solía venir aquí antes... con Emma... Era nuestro refugio...,- Dani abraza a Ángel y le besa en la sien.

- Joder, tío... Parece que cuando uno está alegre, el otro tiene que estar triste. Hace un momento era yo el que llorada como una magdalena, y ahora te llega a ti el llanto... ¿Por qué no podemos ser felices durante cinco minutos?,- Dani sonaba desesperado.

- Tranquilo, estoy bien,- el labio inferior de Ángel temblaba -. Pero veo que ha surtido efecto mi plan. Has dejado de llorar.

- Pero si para animarme tienes que estar tú triste, prefiero volver a llorar.

Sonríen.

- Así que venías aquí con Emma...,- continúa Dani, tratando de cambiar de tema.

El tono de voz de Dani dejaba entrever segundas intenciones en su comentario, intenciones que Ángel captó al momento.

- Sí. Veníamos aquí de vez en cuando...,- Ángel sonreía tímido y avergonzado -. Pero era más para hablar que otra cosa.

- Y a mí, ¿para qué me has traído? ¿Para hablar o para otra cosa?

- Ni lo uno ni lo otro. Simplemente quería verte tranquilo, sereno y feliz. Y estas vistas alegran a cualquiera, ¿no?

- Pues lo has conseguido, moreneto,- se besan.

Tras aquel beso, observado en silencio por una sinvergüenza luna llena, los dos amantes se abrazan y la observan. Observan a la luna, quien, tras ser descubierta, pareciera sonrojarse. Observan las tiritantes estrellas del cielo, que dibujaban sobre el negro manto mil y un dibujos que Dani y Ángel trataban de averiguar. Y así, en silencio, se olvidaron de todas sus penas, de sus desventuras y de sus tristezas para vivir el momento, ese momento en el que ambos disfrutaban de la vida, de sus vidas. Tras varios minutos riendo y sonriendo, Dani mira sonriente a Ángel mientras que en su colmillo se reflejaba la luz albina del satélite.

- Ángel...,- Ángel le mira, interrogante. De la boca de Dani asoma aún más sus dientes, mientras inclina ligeramente la cabeza hacia atrás y señala con la mirada. Ángel mira hacia esa dirección para volver su mirada a Dani y sonreír sonrojado. Los dos salen del coche para volver a entrar en los asientos traseros.

viernes, 20 de noviembre de 2009

CAPITULO 57

CAPITULO 57

Ángel estaba nervioso, se subía por las paredes. Llevaba más de dos horas en el bar, y apenas dio un sorbo a su cerveza. Miraba cada dos por tres el reloj que colgaba delante de él. Echaba mano del móvil por si tenía alguna llamada perdida o algún mensaje.

Ya había pasado el tiempo límite y nadie reclamó al bebé, por lo que tenían carta blanca y luz verde en la adopción, a excepción de que, al ser pareja, no les sería tan fácil legalmente adoptar al bebé, así que decidieron que uno de ellos lo adoptara como padre soltero. Y ese alguien fue Dani. ¿Por qué? Pues porque era más abierto, con mejor don de palabra, y porque se le notaba mucho menos las mentiras.

La entrevista se llevaba a cabo en casa. Si la mujer preguntaba, Dani diría que un primo suyo vivía ahí con él, pero por unos días. Pero decidieron que Ángel no se quedara por si la mujer le preguntaba a él. El día antes prepararon el piso de manera que pasara de un piso de una pareja al piso de un soltero. Guardaron las fotos que delataran su relación. Y Dani procuraría, aparte de causar buena impresión, no dejarla moverse del sofá.

Llevaban ya dos horas hablando, y Ángel se preocupaba. ¿Tanto tiempo para una simple entrevista para saber si se puede o no adoptar? Ángel quería cada minuto llamar, pero se retenía. Por fin le da un sorbo a la cerveza, pero ya está caliente. En el televisor retransmitían el típico derbi futbolístico entre el Real Madrid y el Barça. Los asistentes gritaban. El tiempo estaba a punto de concluir. El resultado era de empate, y el Barça poseía el balón. Pero Ángel no prestaba atención. El camarero le miraba perplejo mientras lavaba algunos vasos.

- ¿Se encuentra bien?,- pregunta al final.

- Sí... Estoy muy bien...,- Ángel acariciaba el botón de llamar de su móvil, todavía indeciso.

- Es que lleva dos horas aquí... y apenas ha tocado su cerveza... ¿Problemas con la parienta?

- ¿Eh?,- Ángel guarda el móvil y mira al camarero totalmente ido -. No... no es nada de eso...

- Si no es mucha indiscreción... ¿es algo confesable?

- Sí... No... ¡Ay, no sé!,- Ángel volvió a desesperarse -. Verá. Es que ahora tengo a un amigo en casa entrevistándose para una adopción, y yo he decidido dejarle solo, por si meto la pata. Y es que ya llevan más de dos horas de entrevista, y no me ha llamado ni nada. ¡Me estoy volviendo loco!

- Tranquilícese. Seguro que todo irá bien.

- Eso espero...

- Y para ayudarle...,- el camarero toma la cerveza y se la cambia por una tila -. Y no se preocupe, que esto corre a cuenta de la casa.

- Gràcies.

Ángel aspira profundamente el ondeante aroma de la infusión mientras cierra los ojos y se deja llevar. Ya empezaba a sentirse mejor. Notaba cómo su mente se evadía de ese mundo y se encerraba en otro paralelo. Para ayudarlo, Ángel da un sorbo. El regusto de la tila permaneció largo tiempo en el interior de su boca, ascendiendo a su nariz y terminando por invadir todo su ser. En un segundo, se olvidó de todo. De Dani. Del bebé. De la entrevista. Por fin consiguió algo de paz. Los gritos de los forofos del bar celebrando un gol en ese momento se desvanecieron. Una botella estalló a sus pies, pero ni se inmutó. Aquellas hierbas lograron tranquilizarle. Ángel decide volver a la realidad durante un momento y abre los ojos. Y ahí, delante de él, entrando por la puerta, aparece una alta y delgada figura que le era muy familiar.

- Dani...,- susurró sonámbulo, cerrando otra vez los ojos -. ¡Dani! .- Volvió a abrir los ojos, asombrado.

Ángel deja la taza en la barra y se dirige hacía Dani. Sus ojos brillaban mientras buscaba los de Dani, que miraban a tierra.

- Dani, ¿qué tal? ¿Cómo ha ido?

Dani callaba.

- No me digas que al final...,- Ángel se puso serio.

Dani alza el rostro. Una lágrima asomaba por sus negras pupilas.

- Lo siento mucho, Ángel,- se abraza llorando a Ángel.

Ángel se queda inmóvil, sin saber qué hacer, pero reacciona rápido y le abraza tímidamente.

- Hice todo lo que pude. Fui natural pero formal. Le respondí a todo. Hice gracias en el momento adecuado para ello. Le comenté lo de que conmigo vivía un primo que estaba de visita unos días, pero no creo que me haya creído...,- Ángel acompañó a Dani en sus sollozos -. Lo siento mucho, de verdad. Sé lo mucho que querías ser padre, Ángel. Sé lo mucho que querías a ese bebé, pero...,- no pudo seguir hablando.

- Tranquilo Dani. No pasa nada,- mintió -. Podemos volver a intentarlo...

- Pero aquel niño...,- Dani le miraba a los ojos -. Le salvamos la vida... ¡Tienen que dejarnos adoptarlo!

- Ya sabes que no es tan fácil...,- le limpia las lágrimas con la mano -. Volvamos a casa...

jueves, 19 de noviembre de 2009

CAPITULO 56

CAPITULO 56

- ¡Ay!

Dani no paraba de quejarse. Cada vez que la enfermera le tocaba, Dani lanzaba un quejido, la miraba de mala manera y susurraba un par de improperios en catalán.

- Deje de moverse, por favor,- la enfermera estaba ya harta de la actitud casi infantil del cómico.

Ángel estaba sentado de frente, inclinado hacia delante, apoyando sus codos en sus rodillas, cabizbajo y jugueteando con la bolsa con hielo que le dieron para calmar sus nudillos.

- Em cago en la puta d'ors! Fotre!

- Aguante un poco, por favor. Su amigo le ha dado tal puñetazo que le ha roto el labio. Y si no deja de quejarse, en vez de alcohol, lo mismo tenemos que ponerle puntos.

Dani aún seguía con el rostro mirando al techo. La boca la tenía llena de sangre. Sus dientes habían tornado un color malva. En verdad, su colmillo era de un vampiro... Su nariz estaba libre del algodón que la enfermera le dio momentos antes. La hemorragia nasal parecía haberse detenido, pero un pequeño reguero reseco había conquistado su poblado labio.

- Lo siento mucho...,- repetía Ángel sin cesar en un susurro.

- Ángel, ya te he dicho que no pasa nada. Estabas en tu derecho. Si hubiera sido al revés te puedo asegurar que yo habría reaccionado igual. Tenía que salir de casa para venirme aquí sin que lo supieras, porque seguro que me habrías detenido...

- De eso puedes estar seguro...,- Ángel seguía sin poder mirarle a los ojos.

- Mírame. Mírame a los ojos. Mírame y dime que me odias, que no me quieres volver a ver en la vida.

- Ya sabes que no puedo... Porque te amo. Es más, creo que te amo ahora más que nunca...

La enfermera se levanta de su asiento y alcanza un vaso con agua.

- Enjuáguese la boca con este agua y procure no mover la boca, o se le abrirá la herida.

La enfermera sale de la sala donde estaban. Era una pequeña sala, con la única comunicación al exterior de una puerta, que la enfermera cierra tras de sí. Dani se enjuaga con el agua y lo escupe dentro del mismo vaso. Estaban los dos solos. Los dos sabían que la enfermera lo había hecho a posta para que ellos dos pudieran hablar a solas y tranquilos. Pero el silencio era el más fuerte de los tres.

- Buen gancho...,- logró decir Dani al fin, llevándose la mano al rostro -. Deberías dejar la música y hacerte boxeador...

- No bromees, Dani,- Ángel lanza la bolsa de hielo a la mesa donde estaba Dani sentado. Éste la toma y se la pone contra el labio. Un penetrante seseo dio la voz de alarma de que aún le dolía el golpe.

- No bromeo...

- Este es un momento muy duro para mí, ¿sabes? Nunca antes nos habíamos peleado de tal manera. Nunca antes te había pegado...,- baja el rostro para que Dani no le viera llorar.

- ¡Ey, tío!,- Dani se acerca a él, arrodillándose delante de él y posando su mano en su nuca -. Ya te he dicho que te perdono, porque me lo merecía...

- Pero yo no me lo voy a perdonar nunca... Ya no podré mirarte a los ojos...

- ¿Se puede saber dónde está ese tipo duro, ese pasota que se metía con todos y no le importaba las consecuencias? ¿Dónde está aquel tío que, a pesar de las demandas de Telecinco, seguía metiéndose con ellos?

- Murió... hace unos minutos...

- No. Se ha escondido... aquí...,- pone la palma de su mano sobre el pecho de Ángel -. Yo sé que está aquí escondido, esperando el momento para salir a la superficie. Ése era el Ángel del que me enamoré, aunque el Ángel que tengo delante de mí también me gusta. Es un Ángel tierno, romántico... ¿cómo lo llamaban en Internet? ¡Ah, sí! Follable,- Ángel sonríe -. ¡Eh! ¡Una sonrisa! Creo que estamos avanzando...,- Dani apoya su frente sobre la de Ángel mientras le acaricia la nuca.

- No sé cómo lo haces, pero siempre tienes las palabras adecuadas y el buen humor siempre a punto. Creo que eso fue lo que me enamoró de ti...

Y se besan, pero Ángel se retira al momento, extrañado. Se relame.

- La boca te sabe a sangre...

- Lo sé... Pero espera a que me tome un caramelo de menta y verás...

Vuelven a reír. Dani se pone de pie y ayuda a Ángel a levantarse. Le abraza por los hombros y salen del cuarto.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

CAPITULO 55

CAPITULO 55

- ¡Dani!

Dani se vuelve asustado al oír su nombre. Mira a Ángel asombrado.

- ¡Ángel!

Dani deja de escribir y, nervioso, trata de esconder el papel.

- ¿Qué haces aquí?,- pregunta Ángel, acercándose.

- Eso mismo te pregunto yo.

- Tras nuestra discusión, decidí venirme a ver al bebé. Era lo único que me podría tranquilizar y pensar en lo ocurrido... ¿Qué escondes?

Dani había tomado el papel y lo escondía tras su espalda.

- No, nada...

Ángel trata de arrebatarle el papel, pero Dani se resiste. Tras unos instantes forcejeando, logra tener entre sus manos aquél folio. Lo mira incrédulo.

- Dani... Estos papeles son de adopción...

Dani baja el rostro a tierra, sonrojado.

- ¿Me puedes explicar qué pasa?

Dani toma a Ángel de los hombros.

- Perdóname, Ángel. Perdóname por no decírtelo. Por haberte engañado. Perdona por la discusión de antes, pero era la única forma de venir aquí sin levantar sospechas.

- ¿Cómo?,- Ángel miraba a Dani extrañado.

- Verás: esta mañana te dije la verdad. No hablaba con Elena, sino con el hospital. Sobre el bebé. Todavía quedan días para que se cumpla el plazo de reclamo de la madre, pero decidí rellenar ya los papeles de la adopción por si acaso. Lamento haber discutido contigo, lo siento de verás. No sé si me crees o no, pero al salir por la puerta lloré avergonzado por haber preparado aquel teatro, pero ya te digo, era la única manera de venirme hasta aquí sin que sospecharas. No digas nada. Sé que en nuestra discusión dejaste bien claro que me olvidara de la adopción, pero no podía pensar en ello, en tu deseo de ser padre. En quién cuidaría de ti si yo ya no estuviera...

Ángel, con cierto enfado en los ojos, miraba fijamente a Dani. Endureció su rostro al tiempo que apretaba el puño y dejaba su señal en el rostro de Dani. Éste, con el rostro vuelto por la inercia del golpe, se lleva la mano a la boca y la nariz. Ángel llora.

- Me lo merezco...,- susurra Dani.

Todos los presentes lanzan un grito y acuden a separarles, pero Ángel se libra de ellos y se abraza a Dani.

- No vuelvas a hacer nada parecido jamás,- responde a lágrima viva.

Dani, con el rostro levantado para cortar la hemorragia nasal, se abraza a Ángel.

- De verdad que lo siento,- llora también.

Dani ve cómo aparece corriendo el guarda de seguridad. Dani le detiene con un gesto de la mano. El hombre se para, sin comprender. Una enfermera se acerca, tímida, y le entrega un trozo de algodón a Dani, quien se lo pone en la nariz.

- Ángel... ¿Y qué haces tú aquí?,- la voz de Dani sonaba divertida con la nariz tapada.

Ángel se separa y se limpia las lágrimas.

- Pensé que la discusión significó el fin de nuestra relación y decidí venir a ver al bebé para calmarme... y pensé en adoptarle, ya que si no podía estar contigo, al menos podría estar con el pequeño...

Dani era ahora quien se abrazó a Ángel.

- Jamás te abandonaría.

Se besan. Pero una enfermera les interrumpe.

- Disculpen... Pero deberíamos ver esa nariz...

La enfermera se lleva a Dani. Ángel les sigue. La gente seguía sin comprender lo ocurrido.

martes, 17 de noviembre de 2009

CAPITULO 54

CAPITULO 54

- ¿Con quién hablas?

Ángel estaba apoyado en el resquicio de la puerta. Dani había desviado la mirada un segundo, y fue suficiente para no ver a Ángel entrar. Del susto, Dani da un respingo y suelta el móvil, que cae al suelo. Dani miraba a Ángel con los ojos desorbitados.

- Con nadie, con nadie...,- tartamudeaba Dani, sin saber qué hacer.

Ángel se acerca y retira la bandeja del desayuno.

- Sé que no me concierne, pero después de lo que hemos pasado me siento un pelín celoso...,- responde Ángel mientras recoge los restos del desayuno que han quedado esparcidos por el suelo a causa del salto de Dani -. Estás en tu derecho si no me lo quieres contar, pero te agradecería que no hubiera secretos entre nosotros...

Ángel, al dejar todo el desayuno en la bandeja, retira la colcha, que ha quedado manchada por el café derramado. Dani se levanta nervioso y recoge rápidamente el móvil.

- Tranquilo, que no es nada importante,- responde nervioso.

- ¿No estarías hablando con Elena?

- No, no era ella...,- Dani desvía la mirada de Ángel.

- Si me lo dices, te prometo que no me enfadaré. Formó parte de tu vida, y lo comprendo. Comprendo que quieras seguir en contacto con ella, pero Dani, soy tu marido. Yo también necesito de tu compañía, de tu cariño. De tu verdad.

Ángel se había ido acercando poco a poco a Dani hasta quedarse a unos centímetros de él. Le levanta la barbilla, pero la mirada seguía esquiva.

- Dani. Mírame a los ojos...

Los ojos de Dani comenzaron a moverse lenta y tímidamente hasta encontrarse con los de Ángel.

- ¿Me juras que no estabas hablando con Elena?

- Te lo juro,- los ojos de Dani volvieron a esquivarle al momento de terminar la frase.

Ángel lanza un pequeño suspiro.

- ¿No me crees?,- el tono de voz de Dani denotaba cierto enfado.

- Sí, sí que te creo,- Ángel parecía desesperanzado -. Lo que pasa es que...

- Lo que pasa es que no me crees,- asombrosamente, Dani se envalentonó -. Ángel, si no quieres, no me creas, pero te digo la verdad. Elena ya no tiene nada que ver con esto. Ya está fuera de mi vida.... otra vez. Ya sólo estás tú.

- Pero, la conversación que acabamos de tener...

- Olvídala.

- Lo intento, pero me estoy emparanoiando...

- Ángel, de verdad, que no he hablado con Elena. Olvídalo ya, por favor,- el tono de voz de Dani cada vez se endurecía más.

- Lo siento, Dani... No era mi intención que...

- ¡Nunca es tu intención! ¡Pero siempre lo consigues!

- ¿El qué?,- Ángel empezó a participar activamente en aquella discusión.

- ¡Discutir! ¡Siempre terminamos discutiendo!

- ¡Yo no discuto!

- ¿No te estás oyendo? ¿Qué haces entonces? ¿Cantar sevillanas?

- ¡Dani!

- ¡Ni Dani ni hostias! Mira, no quiero que estemos así siempre, así que me voy.

Dani recoge su ropa y se viste a medida que sale de la habitación.

- ¡Dani! ¡Dani, espera!

Portazo.

Ángel no daba crédito a lo que acababa de ocurrir. ¿Acababan de discutir? Y lo más desesperante. ¿Han roto? Ángel estaba ahí, en el pasillo, en el resquicio de la puerta de la habitación. Como una estatua. Dani había pasado a su lado y ni siquiera pudo agarrarle de la manga para detenerle. Le dejó marchar. Era imposible que aquello acabara de ocurrir. Imposible. Ángel comenzó a tomar conciencia de esa escena y se derrumbó. Lloró tan amargamente que si tuviera un caramelo en la boca le sabría igual que si estuviera comiendo un limón. Las paredes de la casa comenzaron a acercarse a él, no podía escapar. La puerta estaba ahí, delante de él, pero parecía tan lejana... Así que tomó carrerilla y huyo, huyo de la casa, de la calle. Pensó que con un poco de suerte vería aún a Dani en la calle y le pediría perdón, pero no había rastro de él. Intentó llamarle al móvil, pero no contestaba. ¿Qué podía hacer? Se sentía tan sólo... Pero se acordó de alguien que seguro que le animaba y le ayudaba a pensar en lo sucedido. Y comenzó a caminar, cabizbajo, intentando pensar. Pero no podía. Y caminando, llegó a donde quería: al hospital. Entró y se dirigió hasta la sala de maternidad. Y ahí estaba, en su cunita, durmiendo plácidamente. A pesar de haber varios niños, Ángel supo reconocerle a la primera. Como si fuera su hijo. Y lloró, lloró nuevamente. Lloró por el bebé. Era lo que él más quería en el mundo, pero por su culpa ha discutido sonoramente con Dani. ¿Dónde podrá estar? Quién sabe... Y pensando en todo, Ángel se dirigió al mostrador de la sala, dispuesto a rellenar los papeles de adopción. Aún faltaba poco más de dos semanas para que se cumpliera el plazo de reclamo de la madre, pero no quería perder el tiempo. Si no puede estar con Dani, intentará llenar su hueco con el bebé.

Al llegar al mostrador, Ángel se para en seco. No daba crédito a lo que estaba viendo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

CAPITULO 53

CAPITULO 53

Ángel prestó toda su atención. Le tomó de las manos y fijó su mirada en aquellos ojos tan atrayentes como un agujero negro. Dani bajó el rostro, tomó aire para envalentonarse y volvió a subir la cabeza. Cerró los ojos.

- Quiero hablar de los hijos.

Ángel se quedó de piedra. ¿A qué se refería?

- No comprendo...

- He estado pensando en lo ocurrido ayer, y me gustaría hablar contigo muy seriamente sobre nuestra descendencia.

Ángel hizo su mítica mueca de no comprender nada.

- Verás... ¿Recuerdas la discusión que tuvimos sobre los hijos cuando descubrí que tengo un hijo con Elena? Luego desvelaste tu frustrado deseo de ser padre... El bebé que nos encontramos luego a la noche... Ángel,- entrelaza sus manos con las del enano -, de verdad que deseo que seas feliz, y he estado pensando en ello, y, como veo que lo que más feliz te haría sería ser padre, pues doy mi brazo a torcer y podemos intentarlo...

- ¿Intentarlo?,- Ángel seguía inmerso en la incomprensión -. Dani... Es biológicamente imposible que el hombre se embarace...

- Me refiero a la adopción...

- Pero nosotros aún no podemos adoptar.

- Ya lo sé, por eso he pensado en lo siguiente: Puedo volver a ver a Elena y declarar a su hijo como mío. Sé que para ello tendría que terminar por casarme con Elena, pero sería por una buena causa. Al cabo de un tiempo, Elena y yo nos "divorciamos", pidiendo para mí la total tutela del pequeño, viniéndose entonces a vivir con nosotros. Y tú, ya como traca final, lo adoptas como tu hijo. ¿Qué te parece?

- Demasiado papeleo, la verdad... - A Ángel no se le veía muy convencido -. Es un plan muy complicado para algo que parece simple...

- Es simplemente para evitar problemas o trabas legales.

- No. Lo siento, Dani, pero no. No lo veo...

- Si es muy simple...

- Casi prefiero esperar a que podamos adoptar.

- Pues déjame explicarte mi plan B. Elena y yo vamos a adoptar a un bebé, pero tras unos meses fingimos nuestro divorcio para quedarme con la tutela del bebé, y poder luego vivir contigo, y así ya tendríamos a nuestro bebé en casa.

- Dani, olvídalo.

- Pues me presento en la comisaría y adopto al bebé que nos encontramos la otra noche. Me presento como padre soltero y ya está. O te presentas tú, que ya me di cuenta de las chiribitas que te hacían los ojos cuando lo tuviste entre tus brazos.

- Da igual lo que prepares; acabaría siendo un auténtico dolor de cabeza. Déjalo estar...,- Ángel se levanta de la cama, pero Dani le detiene.

- Jamás olvidaré tu imagen cuando, totalmente desesperado, me revelaste tu pasión por ser padre. Esa imagen la tengo clavada aquí, en mi corazón, como un cuchillo atascado entre mis costillas. Y no podré quedarme tranquilo hasta que un Angelito o un Danielito corretee por estos pasillos,- Dani se acerca al rostro de Ángel hasta quedar a apenas unos milímetros -. Escucha bien lo que te digo, Ángel. Tú serás padre como que me llamo Daniel Mateo. Te lo juro por la Moreneta -, y se besa la cruz formada por sus dedos.

- No hagas nada, Dani...,- los ojos de Ángel centelleaban -. Te lo pido por favor, no sea que acabemos en la cárcel...

- Ángel. Por ti soy capaz de acabar en el Corredor de la Muerte con tal de verte feliz. Me da igual mi vida siempre y cuando sea para facilitar la tuya. ¿Qué es lo que más deseas en la vida? Ser padre. Y por mis collons que vas a ser el hombre más feliz de la Tierra.

- Si ya lo soy a tu lado... Y, por favor, Dani, deja de hablar así, que me hielas la sangre... Si tu voz ya se impone cuando hablas normal, así, tan serio... ¡es que me da hasta miedo! Olvídalo, por favor,- le acaricia la mejilla.

Dani se vuelve hacia la mano de Ángel que le acariciaba la mejilla. La toma en su mano y la besa con los ojos cerrados. Ángel dejó escapar una lágrima. Dani le ve y le seca la lágrima. Pone su mano en la nuca de su amigo y le obliga a acercarse para terminar fundidos en un gran abrazo.

- Mi misión en la vida es hacerte feliz,- susurra Dani apoyando su frente en la de Ángel -, pero si esto te entristece, lo dejo, ya que no me lo podría perdonar nunca,- y le besa.

- Si de verdad me quieres hacer feliz, termínate el desayuno, que se te va a juntar con la comida.

Ríen. Dani se toma el desayuno mientras Ángel sale de la habitación. Cuando lo hace, Dani, siguiéndole con la mirada, cambia la tostada untada de mantequilla por el móvil. Marca un número de teléfono y habla con su interlocutor en voz baja, mientras, de reojo, vigila la puerta.

domingo, 15 de noviembre de 2009

CAPITULO 52

CAPITULO 52

Por la mañana amanecieron abrazados en la cama. Ángel fue el primero en despertar, pero no quería abrir los ojos, por si aquello era un sueño. Estaba abrazado a Dani por la espalda. Recordó lo de aquella noche... Cómo Dani gritó su nombre en plena noche, recobrando su perdida memoria... Aquel beso que le dio como prueba de que era cierto... Aquel juego que hicieron debajo de las sábanas... Ángel recordó todo aquello y estrechó su abrazo. Sonreía tontamente. Notaba la espalda de Dani en su frente. Notaba cómo se le pegaba a su piel por el sudor expelido durante aquella fogosa noche. Se abrazaba al cuerpo de Dani al igual que la serpiente pitón abraza a sus presas instantes antes de comérselas.

- No me abraces tan fuerte, que me rompes las costillas.

La susurrante voz de Dani no sólo rompió aquel silencio, sino que lo hizo aún más especial. Ángel abre los ojos, no sin cierto temor de que siguiera soñando. Dani se volvió y se quedó de frente a él. Se miraron a los ojos y se besaron.

- Buenos días, enano.

- Buenos días, barbitas.

Rieron al recordar viejos tiempos.

- Aún no me puedo creer que volvamos a ser cómo antes,- responde Ángel, con la mirada totalmente encendida -. Que vuelvas a ser tú, que lo recuerdes todo...

- Sí, ha sido como un mal sueño...,- contesta Dani, con cierta tristeza en la mirada.

- Pero que por fin hemos despertado.

- Ángel...,- Dani le toma de las manos -. Siento de verdad por todo lo que te hecho pasar desde que desperté aquel día en el hospital... Si pudiera compensártelo de alguna forma...

- Dani,- le mira fijamente a los ojos -. Al volver a recordar me lo has pagado con creces,- y le besa.

- Dejémonos de besos, que parece una edulcorada peli de Meg Ryan,- contesta Dani. Los dos ríen.

- Bueno, al menos mira el lado bueno. Uno de los protas es Brad Pitt.

Ángel se señala con fingidos aires de superioridad.

- Ya quisiera Brad Pitt ser como tú...,- Dani arquea una ceja.

Ese gesto jamás lo hizo durante la amnesia..., y Ángel ya lo echaba de menos. Era de esas tan características muecas de Dani que le derretían, le hacían evadirse de su propio cuerpo y transmutarle a un mundo paralelo y superior. Con razón decían en la época de "Sé lo que hicisteis" que Dani era como un Dios... Dani se levanta, pero Ángel le retiene.

- ¿Adónde vas?

- En principio iba a ir al baño, a no ser que lo hayas cambiado de sitio...

Ángel le toma de la muñeca y le hace sentarse en la cama.

- Tú no te muevas.

- Pero...

Ángel logra hacerle tumbar otra vez en la cama. Ángel se levanta raudo.

- Hoy no quiero que te levantes de la cama para nada,- y sale corriendo de la habitación.

- ¡Ángel! ¡De verdad! ¡Es que me meo!

Ángel no hizo caso del comentario de su amante, y se fue directo a la cocina. Allí, como si de la reencarnación del Visna se tratase, tomó un vaso, una taza, la cafetera, el cartón de leche, el exprimidor, un par de naranjas... Vamos, que como aquel dios hindú, en un santiamén preparó un desayuno digno de un sultán, ese sultán que le esperaba en la cama.

- Un desayuno digno de un majarajá,- dijo Ángel llevándole el desayuno a la cama en una bandeja.

- Hombre, un poco majara sí que estoy...,- el rostro de Dani comenzó a tomar un tono vergonzantemente rojo.

- Me falta la flor, pero bueno, puedes hacerte a la idea...

- Esto me recuerda al otro día... Que también te hice un desayuno...

- Sí, y en verdad que fue de los mejores que he probado en mi vida. Pero ahora te toca a ti probar uno preparado por mí.

- Cualquier cosa que prepares seguro que sabe a gloria...

- Que tonto eres...

- Ángel...,- su voz se tornó seria -. Espero que no te importe, pero me gustaría hablar seriamente de una cosa contigo. Y no quiero que te enfades.

- ¿De qué se trata?

- Si no quieres hablarlo, dímelo. Pero, por favor, no quiero que te enfades conmigo. Ya me ha costado Dios y ayuda recuperarte, y no quiero volver a perderte otra vez...

sábado, 14 de noviembre de 2009

CAPITULO 51

CAPITULO 51

- ¡Todo! ¡Lo recuerdo todo!

Ángel no sabía cómo reaccionar. ¿Acaso era cierto? ¿Dani ya recuperó la memoria? ¿O tal vez los recuerdos fluyeron de su mente y se fusionaron durante el sueño, dando paso a recuerdos falsos?
- ¿De verdad?,- tartamudeó Ángel -. ¿En serio que lo recuerdas todo?

- ¡Sí! Recuerdo los monólogos, recuerdo a Elena, recuerdo "Noche sin Tregua", recuerdo "Sé lo que hicisteis", recuerdo nuestra boda, recuerdo tus conciertos... Recuerdo nuestra niñez, recuerdo Barcelona, recuerdo Madrid...

- Bueno, tranquilo... Paso a paso, no quiero que te dé un cortocircuito...,- los dos sonríen -. Dani, no sabes lo que me alegro porque por fín recuerdes todo. No sabes lo mal que lo he pasado desde...,- Ángel se para. Su rostro se torna serio.

- Desde el incidente con Pablo...,- la voz de Dani se torna cavernosa -. ¡Ojalá nunca le hubiera conocido!

- Bueno, olvidémoslo. Lo importante es que por fín ya eres tú mismo.

- No. Por fin ya somos los dos de siempre,- Dani vuelve a sonreír -. Y ahora ya consigo encajar todas las piezas. Con respecto a lo del hijo de Elena... haciendo cálculos... en verdad podría ser mi hijo, pero... no sé...

- Bueno, olvídalo...

- Sí, es mejor... Recuerdo la bronca que hemos tenido...,- Dani se sonrojó.

Ángel no pudo más y se abrazó a Dani.

- ¿Seguro que lo recuerdas todo? ¿No será una falsa alarma?

- Segur!

- ¿A... acabas de hablar en catalán?,- Ángel alucinaba.

- ¿Qué quieres que te diga en catalán?

Dani y su sonrisa picarona...

- Qualsevol cosa.

- Mare de déu! ¿Por dónde empezar?

- Bueno, el que me digas un par de palabras que hasta el madrileño más castizo sabe...

- Doncs... em dic Daniel Mateo Patau. Vaig néixer el 1 de juny de 1979 a Barcelona. Vaig estudiar periodisme, començant a treballar en la ràdio.

- ¡De acuerdo! ¡De acuerdo!,- sonríe Ángel -. ¡Me has convencido! Aunque...

- ¿Qué pasa? ¿Aún dudas de mí? Pues a ver si con esto me crees del todo...

Dani toma entre sus manos el rostro de Ángel. Le mira fijamente a los ojos, serio, y, sin mediar palabra, le besa. Le besa tan sensual y profundamente que Ángel pensó que le atravesó con la lengua. Ángel cerró los ojos y también recordó. Recordó aquel besó que se dieron en el plató años atrás, delante de todos, en directo. Recordó cuando cayó él mismo en coma, y Dani estuvo siempre a su lado. Recordó cuando hicieron el amor por primera vez... Tras el beso, y todavía con los ojos cerrados, se abrazaron.

- T'estimo, Ángel Martín Gómez,- le susurra Dani al oído.

Y aquella frase fue la detonante de que Ángel derramara más lágrimas. Lágrimas de alegría por recuperar a Dani. Lágrimas de tristeza porque estuvo a punto de perderle. Lágrimas, en general, por todo. Y no pudo más. No pudieron más. Tanto tiempo aguantando y tuvieron que estallar en aquel momento. Se volvieron a besar, esta vez se degustaron más tranquilamente, mientras sus manos se deslizaban por debajo de las camisas. Dani fue el primero en quedarse sin camisa, mientras su sexo crecía en sus pantalones. Ángel le fuerza y le vence, tumbándole en la cama. Dani atraviesa la barrera del calzoncillo y palpa con sus manos las nalgas del enano, agarrándolas con fuerza mientras Ángel le ayuda bajándose la ropa interior. Dani siente cómo el miembro de su amante despierta y le hace un hueco entre sus piernas, doblando las rodillas. Ángel lo nota y se separa.

- ¿De verdad estás preparado?,- le pregunta, jadeante y excitado.

- Endavant,- la voz de Dani nunca antes había sonado tan firme.

Y Ángel entró en el cuerpo de Dani violenta, pero, a la vez, cariñosamente. Dani echó de menos aquella sensación, aquel objeto entrando por aquel hueco de su cuerpo. Tanto tiempo lo esperó que no pudo hacer otra cosa que saborearlo en todo su esplendor. Tomaba a Ángel de su cabello con una fuerza proporcional a la que Ángel le embestía. Dani pedía más, más de aquel amante. Más de aquella fuerza. Más de aquellos recuerdos. A pesar de que recordaba ya todas las veces que hicieron el amor, aquella vez le era muy especial.

En verdad, Dani volvió a ser el de siempre.

viernes, 13 de noviembre de 2009

CAPITULO 50

CAPITULO 50

- Anímate, hombre...

Ángel se pasó el resto del día llorando. En el coche no dijo una palabra, en la casa estaba alicaído. Dani no sabía cómo comenzar la conversación. Lo malo no era que Ángel recordara entonces a su hijo nonato, sino que derivara la conversación al tema de la adopción. Ángel quería ser padre a cualquier precio, pero Dani le echaba más lógica al asunto, entre otras cosas, porque "ellos" no podían adoptar. Y eso era lo malo de la relación en aquel momento: mientras uno pensaba en cuidar, alimentar, jugar con el bebé; el otro pensaba en el papeleo, las vueltas y las negaciones de la burocracia.

Ángel estaba tumbado en su cama. Aún seguía llorando, pero ya no por el bebé, sino por Dani, que era incapaz de comprenderle, de comprender sus sentimientos. Éste estaba sentado a su lado. Le puso la mano sobre el hombro, pero Ángel lo movió violentamente. Dani, asustado, levanta la mano.

- No te pongas así, Ángel...

El rostro de Ángel, a pesar de que Dani no lo veía, se tornó serio, abrupto, rencoroso. El sendero que recorrieron sus lágrimas aún brillaba con la luz de la lámpara. Ángel fijó su mirada en el despertador. Dani le miraba compadeciente. Bajó la cabeza, dispuesto a irse, pero se envalentonó y, con tono autoritario, aunque marcadamente sensible, le habló.

- Mira, Ángel. No seas un niño, por favor. Que ya son cuarenta años los que tienes. Realmente no sé por qué estás así. Y me da igual. No sé si es por el bebé, por la adopción, por mi hijo, por el tuyo. ¡Me da igual ya todo! Pero, por amor de Dios, ¡reacciona de una vez! Aunque no podamos tener un hijo, ya sea de forma biológica o burocrática, recuerda que siempre me tendrás a mí. ¡A mí! Yo siempre estaré aquí para lo que sea. Pero, si no sales de esta depresión que te está matando, ten por seguro que mañana mismo, y te hablo en tiempo real, mañana mismo me voy. Así que tú verás. Elige: o un bebé que nunca tendrás, o un amante que siempre estará contigo.

Dani se levanta decidido y se dirige hacia la puerta.

- Dani...,- Ángel le detiene justo antes de que Dani cierre la puerta. Dani se asoma -. No quiero que te vayas. Pero, si por un casual, y Dios no lo quiera, te pasara algo, ¿quién me cuidaría? ¿Quién se haría cargo de mí? ¿Quién estaría conmigo? Por eso mismo es porque quiero, ¡necesito! un hijo. Para que, cuando se haga mayor, nos cuide a los dos, o a uno de los dos, si el otro ya no está...

- Yo siempre estaré contigo,- le responde Dani -. Te lo prometo,- y cierra la puerta.

Ángel, en ese momento, rompe a llorar en silencio. Y empezó a maldecir. Se maldijo a sí mismo, maldijo a Dios, maldijo su suerte, maldijo la sociedad, maldijo las leyes, maldijo al Gobierno, maldijo a todos. Golpeó cada vez el colchón con el puño, hasta que se calmó, y cambió sus pensamientos. Empezó a verse a sí mismo con Dani y el bebé. Un bebé entre los dos en esa misma cama donde él estaba ahora. Un bebé sonriente, mirándole fijamente a los ojos mientras él le acariciaba el rostro o le hacía cosquillas en el vientre. Y Dani, mientras tanto, les saca fotografías. De vez en cuando, él mismo aparece en alguna de ellas a modo de auto-retrato, saliendo los tres. Los tres están felices, sonrientes. El bebé ríe, ríe de manera muy característica, tumbado de espaldas en la cama, con Ángel a un lado, tumbado de lado, y Dani al otro, con la cabeza apoyada en el puño. Los dos miran al pequeño. Y esa felicidad que les embarga les lleva a besarse.

Y recordando a su hijo nonato, a Dani, a la utópica vida de los tres, se durmió.

De repente, a primera hora de la mañana, un grito le despierta. Se sobresalta. Se incorpora de un salto. Durante un par de segundos no reacciona, pero pronto salta de la cama, sale de la habitación corriendo y se dirige a la de Dani. Éste no paraba de gritar el nombre de Ángel. Dani estaba sentado en la cama, mirando al frente. Ni siquiera se giró cuando Ángel entró como un auténtico vendaval y se tiró encima de la cama. Toma el rostro de Dani entre sus manos y lo gira hacia sí mismo. Los dos estaban con el rostro desencajado del susto.

- ¡Dani! ¡Dani!,- le gritaba a los ojos -. ¡Estoy aquí! ¿Qué pasa? ¡Dani!

Dani no dejaba de gritar su nombre. Ángel le da una gran bofetada que le hace callarse. Los dos se quedan un rato en silencio, mirándose.

- ¿Qué pasa?

El rostro de Dani comienza a iluminarse, a sonreír.

- ¿A qué viene esto?

Dani posa sus manos sobre las de Ángel, que aún sostenían sus mejillas. Dani reacciona entonces abrazándose a Ángel fuertemente. ¿Estaba llorando?

- ¿Me quieres hacer el favor de explicarme qué pasa?

Dani se separa y le mira a los ojos.

- ¡Todo! ¡Lo recuerdo todo!