viernes, 6 de noviembre de 2009

CAPITULO 45

CAPITULO 45

- ¿Ángel?,- preguntó Dani, asomándose tímido por la puerta.

Ángel estaba de espaldas, sentado en la cama. Dani se acercó lentamente hasta él. Al notar su presencia, Ángel, nervioso, abre el cajón de la mesilla y lo cierra aparatosamente.

- Perdona por lo de antes...,- le dice Dani, sentándose a su lado -. No quería...

- Tranquilo,- le responde Ángel, limpiándose las lágrimas.

- ¿Qué escondes en el cajón?

- Nada.

- ¿No me lo vas a decir?

- Simplemente... fantasmas del pasado...

- ¿Fantasmas del pasado?,- Dani no comprendía -. ¡Ah! Algo sobre Emma...,- Ángel asintió con la cabeza. Dani le abraza por los hombros -. Te repito que lo siento, lo siento de veras. No quería meter el dedo en la llaga... Si lo hubiera sabido, no habría querido recordar.

- ¿Por?,- Ángel le mira extrañado.

- Estoy viendo que si yo recuerdo, tú recuerdas... y son malos recuerdos...

Se miraron a los ojos durante unos segundos, los que soportó Ángel antes de estallar. Se apoyó en el hombro de Dani y se desahogó. Dani le daba débiles palmadas en la espalda. No dijeron nada. Se quedaron en silencio, un silencio sólo roto por los tristes gemidos del pianista. Dani no sabía qué decir, ni falta que hacía. Aquel pequeño gesto ya lo decía todo. Ángel se abrazó a Dani y terminó por desahogarse por completo.

- ¿Ya?,- le preguntó tras unos instantes -. ¿Estás mejor?

- Más o menos...,- le contesta Ángel, con los ojos rojos.

- Bueno, pues ahora quiero que te laves un poco y te cambies, que si no, ¡no llegamos a la comida!

Ángel responde con una forzada sonrisa. Se limpia las lágrimas y sale de la habitación para irse al baño. Dani aprovecha para abrir el armario. Ojea entre la ropa y deja sobre la cama lo que cree más elegante. Unos vaqueros (algo desgastados por el uso), una camisa blanca y una chaqueta negra (más bien, azul oscuro). Dani se asomó al pasillo y vio a Ángel lavarse el rostro, aunque de vez en cuando se miraba al espejo y volvía a derramar alguna que otra lágrima.

- ¿Estás bien?

- Sí... estoy bien...,- y se vuelve a echar agua al rostro.

Dani aprovecha y, de puntillas, va al cajón de Ángel. Efectivamente, había una foto enmarcada, pero no de Emma, sino de ellos dos. Dani se sienta en la cama y mira la foto, entre sus manos. Era una foto algo grandecita, tamaño folio, con un fondo tan celestino, tan claro... Y ahí estaban los dos. Dani sentado en una silla. Ángel a su lado, de pie, apoyando su mano en el respaldo de la silla. Ángel con mirada seria, aunque con amagos visibles de sonrisa. Dani mostrando esa dentadura tan propia de anuncios de dentríficos. Ángel vestía la misma ropa que él acababa de sacar del armario. Él mismo, en la foto, vestía muy parecido.

- Esta foto...,- pensaba Dani, pasando lentamente sus dedos por el cristal -. Esta foto me va a ser de muy buena ayuda... No sé por qué...

El ruido de la cisterna le devuelve a la realidad. Nervioso, se vuelve. Guarda la foto en el cajón y, deprisa, guarda la ropa en el armario. Ángel entra en el momento en que Dani cierra la puerta del armario.

- ¿Te pasa algo?

- ¿Eh? ¿Qué?

- ¿Por qué estás nervioso?

- ¿Yo? ¿Nervioso?

Dani no sabía cómo reaccionar. ¡Joder! ¡Se supone que era un actor con recursos, según le contaban! Pero estaba en blanco. De repente, abre la puerta del armario.

- Es que no sé que ropa te iría bien...

- Anda, quita...,- le dice, apartándole con una sonrisa -. Y tú, vete a tu habitación y vístete también... ¡No querrás ir con esas pintas!

Dani se va, sonriendo, cerrando la puerta.

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