miércoles, 11 de noviembre de 2009

CAPITULO 48

CAPITULO 48

- ¿Estás mejor?

Ángel seguía llorando. Estaba acostado en su cama, todo hecho un ovillo. Vamos, como un niño pequeño. Dani estaba a su lado, abrazándolo, hablándolo al oído, secándole las lágrimas que, como la hidra griega, por cada lágrima secada, aparecían dos más.

- ¿Por qué lloras?

Ángel no respondía. No podía. No quería.

- ¿Es por el bebé? Tranquilo, seguro que ahora está fuera de peligro en el hospital…

- Dani…,- Ángel logró articular palabra, aunque fuera de forma inaudible.

- ¿O es por todo lo de esta mañana?

- Déjame…,- esta vez Dani pudo oírle.

- Oye, si es por eso, yo…

- Dani, por favor…

Dani se calla. Se asoma al rostro de Ángel, el cual lo oculta con la almohada. Dani, con la tristeza en la mirada se levanta de la cama y, con paso apesadumbrado, sale de la habitación. Antes de cerrar la puerta, echa una última mirada a Ángel.

- Si me necesitas, ya sabes dónde estoy…,- y cierra la puerta.

Ángel levanta el rostro y mira el despertador. Marcaba ya las dos de la mañana. Se habían pasado toda la noche en la comisaría declarando el hallazgo del bebé abandonado, intentando dar una descripción de quién lo dejó, etc… Ángel apenas dijo nada, se pasó todo el interrogatorio llorando en silencio. El único que pudo declarar fue Dani. Pero Ángel no podía dejar de pensar en el bebé… en aquella personita que tuvo entre sus brazos… aquel pedacito de carne… de su carne… que nunca pudo ser… Y pensó en Dani… en Elena… en el hijo de ambos… ¿Cómo podía ser tan cruel el destino? ¿Cómo pudo concederles a ellos dos un hijo, que ni siquiera pensaron en formar una familia seriamente, y, sin embargo, a él y a Emma se lo negó siempre, sabiendo que los dos querían tener uno?

- Mi hijo…,- susurró antes de romper a llorar en silencio.

Y, llorando, se durmió.

A la mañana siguiente, se levantó. Eran las diez de la mañana. Se fue al baño. Disimuladamente oyó a Dani hablar bajo. No pudo entender lo que decía, así que no le dio importancia. Se volvió a la cama y se acostó. Apenas pudo cerrar los ojos cuando notó la puerta de su habitación abrirse despacio. No le apetecía volverse, entre otras cosas, porque estaba cansado, y porque era Dani, que seguro quería hacerle alguna de sus gracias… gracias que seguía echando de menos. Notó a Dani apoyarse despacio en la cama. Notaba su respiración en su oído. Un olor almizclero le llegó a la nariz.

- Buenos días…,- le susurró Dani.

Ángel se sonrió y no tuvo más remedio que volverse.

- Buenos días, Dani…,- se incorpora.

Dani aprovecha entonces para poner una bandeja sobre las piernas de Ángel. Éste mira casi extasiado el contenido. Una taza de café, un vaso con leche caliente, otro con zumo de naranja natural, un pequeño bol con cereales, tres tostadas, (a cada cual más negra que la anterior), y dos tarrinas individuales de mantequilla y mermelada. Cuando Ángel se vuelve a Dani, éste saca de su espalda una rosa con la que roza lentamente la nariz de Ángel antes de dejarla en la bandeja.

- Espero que te hayas levantado con buen pie hoy…

- Ya lo creo… ¿Pero cómo has sabido que…?

- Digamos que… anoche tuve una… “revelación”.

- ¿Revelación?,- Ángel deja de echar la leche en el café y mira aturdido a Dani -. ¿Quieres decir que te has acordado de algo más?

- Bueno… más o menos… Recordé nuestro desayuno… pero no sabía exactamente qué era de cada cuál… Así que te lo he preparado así…

- Dani…,- responde Ángel poco después, tras un sorbo del café -. Perdona por lo de anoche…

- ¡Bah! No tiene importancia…

- No. La tiene. No quería ser grosero contigo y…

- No tienes que explicarme nada, Ángel. Te comprendo. Aquel bebé hizo recordarte tu deseo de ser padre con Emma. Y eso te puso triste. Quien debería pedir perdón soy yo por haber insistido en preguntarte anoche.

- No. Perdóname a mí.

- No. A mí.

- No. A…,- Ángel se detiene, sonriente -. Dejémoslo.

Los dos ríen.

- Por cierto, antes te he oído hablar. ¿Con quién hablabas?

- ¿Yo? Con nadie…

- Ya… ¿Y de qué?

- No es nada, Ángel. No le des más vueltas.

- ¿No volverías a hablar con Elena?

- Te puedo asegurar que no tiene nada que ver. Y termínate el desayuno, que tengo preparada una sorpresa para ti…

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