viernes, 20 de noviembre de 2009

CAPITULO 57

CAPITULO 57

Ángel estaba nervioso, se subía por las paredes. Llevaba más de dos horas en el bar, y apenas dio un sorbo a su cerveza. Miraba cada dos por tres el reloj que colgaba delante de él. Echaba mano del móvil por si tenía alguna llamada perdida o algún mensaje.

Ya había pasado el tiempo límite y nadie reclamó al bebé, por lo que tenían carta blanca y luz verde en la adopción, a excepción de que, al ser pareja, no les sería tan fácil legalmente adoptar al bebé, así que decidieron que uno de ellos lo adoptara como padre soltero. Y ese alguien fue Dani. ¿Por qué? Pues porque era más abierto, con mejor don de palabra, y porque se le notaba mucho menos las mentiras.

La entrevista se llevaba a cabo en casa. Si la mujer preguntaba, Dani diría que un primo suyo vivía ahí con él, pero por unos días. Pero decidieron que Ángel no se quedara por si la mujer le preguntaba a él. El día antes prepararon el piso de manera que pasara de un piso de una pareja al piso de un soltero. Guardaron las fotos que delataran su relación. Y Dani procuraría, aparte de causar buena impresión, no dejarla moverse del sofá.

Llevaban ya dos horas hablando, y Ángel se preocupaba. ¿Tanto tiempo para una simple entrevista para saber si se puede o no adoptar? Ángel quería cada minuto llamar, pero se retenía. Por fin le da un sorbo a la cerveza, pero ya está caliente. En el televisor retransmitían el típico derbi futbolístico entre el Real Madrid y el Barça. Los asistentes gritaban. El tiempo estaba a punto de concluir. El resultado era de empate, y el Barça poseía el balón. Pero Ángel no prestaba atención. El camarero le miraba perplejo mientras lavaba algunos vasos.

- ¿Se encuentra bien?,- pregunta al final.

- Sí... Estoy muy bien...,- Ángel acariciaba el botón de llamar de su móvil, todavía indeciso.

- Es que lleva dos horas aquí... y apenas ha tocado su cerveza... ¿Problemas con la parienta?

- ¿Eh?,- Ángel guarda el móvil y mira al camarero totalmente ido -. No... no es nada de eso...

- Si no es mucha indiscreción... ¿es algo confesable?

- Sí... No... ¡Ay, no sé!,- Ángel volvió a desesperarse -. Verá. Es que ahora tengo a un amigo en casa entrevistándose para una adopción, y yo he decidido dejarle solo, por si meto la pata. Y es que ya llevan más de dos horas de entrevista, y no me ha llamado ni nada. ¡Me estoy volviendo loco!

- Tranquilícese. Seguro que todo irá bien.

- Eso espero...

- Y para ayudarle...,- el camarero toma la cerveza y se la cambia por una tila -. Y no se preocupe, que esto corre a cuenta de la casa.

- Gràcies.

Ángel aspira profundamente el ondeante aroma de la infusión mientras cierra los ojos y se deja llevar. Ya empezaba a sentirse mejor. Notaba cómo su mente se evadía de ese mundo y se encerraba en otro paralelo. Para ayudarlo, Ángel da un sorbo. El regusto de la tila permaneció largo tiempo en el interior de su boca, ascendiendo a su nariz y terminando por invadir todo su ser. En un segundo, se olvidó de todo. De Dani. Del bebé. De la entrevista. Por fin consiguió algo de paz. Los gritos de los forofos del bar celebrando un gol en ese momento se desvanecieron. Una botella estalló a sus pies, pero ni se inmutó. Aquellas hierbas lograron tranquilizarle. Ángel decide volver a la realidad durante un momento y abre los ojos. Y ahí, delante de él, entrando por la puerta, aparece una alta y delgada figura que le era muy familiar.

- Dani...,- susurró sonámbulo, cerrando otra vez los ojos -. ¡Dani! .- Volvió a abrir los ojos, asombrado.

Ángel deja la taza en la barra y se dirige hacía Dani. Sus ojos brillaban mientras buscaba los de Dani, que miraban a tierra.

- Dani, ¿qué tal? ¿Cómo ha ido?

Dani callaba.

- No me digas que al final...,- Ángel se puso serio.

Dani alza el rostro. Una lágrima asomaba por sus negras pupilas.

- Lo siento mucho, Ángel,- se abraza llorando a Ángel.

Ángel se queda inmóvil, sin saber qué hacer, pero reacciona rápido y le abraza tímidamente.

- Hice todo lo que pude. Fui natural pero formal. Le respondí a todo. Hice gracias en el momento adecuado para ello. Le comenté lo de que conmigo vivía un primo que estaba de visita unos días, pero no creo que me haya creído...,- Ángel acompañó a Dani en sus sollozos -. Lo siento mucho, de verdad. Sé lo mucho que querías ser padre, Ángel. Sé lo mucho que querías a ese bebé, pero...,- no pudo seguir hablando.

- Tranquilo Dani. No pasa nada,- mintió -. Podemos volver a intentarlo...

- Pero aquel niño...,- Dani le miraba a los ojos -. Le salvamos la vida... ¡Tienen que dejarnos adoptarlo!

- Ya sabes que no es tan fácil...,- le limpia las lágrimas con la mano -. Volvamos a casa...

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