martes, 10 de noviembre de 2009

CAPITULO 47

CAPITULO 47

- ¡Ángel! ¡Ángel!,- Dani le gritaba sin cesar, en el suelo.

Ángel no oía nada. Estaba absorto viendo el interior de la caja. Estaba asqueado y horrorizado al mismo tiempo. Dani consiguió ser dueño de sí mismo y se levantó. Tomó a Ángel por detrás y le apartó unos pasos.

- ¿Cómo puede alguien…?,- logró decir al fin Ángel, sin apartar la vista de la caja.

- Tenemos que largarnos.

- ¡No!,- Ángel reacciona. Se vuelve hacia Dani, mirándole a los ojos -. No.

- ¿Qué hacemos entonces?

- Tú llama a la policía, a la ambulancia. Nosotros tenemos que quedarnos aquí hasta que lleguen.

- Pero…

- ¡Hazlo!

Dani se saca el móvil del bolsillo y marca. No sabe por qué, pero conocía el número de emergencias (¿quizás de cuando despertó del coma en el hospital?).

- ¡Ángel! ¿Qué calle es esta?

Ángel, mientras Dani llamaba a emergencias, se adelantaba de nuevo hasta la caja, se quita la chaqueta y con ella recoge el interior de la caja. Aún estaba vivo, a duras penas. Estaba envuelto en sangre y otros líquidos viscosos. Ángel lo acunó entre sus brazos, y una lágrima le delató.

- Llegarán lo antes posible…,- responde Dani, a su lado.

- Aún respira…

- ¿Quién puede ser capaz de…?

Se quedaron en silencio, mirando la chaqueta de Ángel. Dani abraza a Ángel por la cintura y reposa su barbilla en el hombro del enano. Dani se da cuenta de la tristeza de Ángel.

- Ángel…,- le susurra -. Tío… ¿Por qué lloras?

Ángel no contestaba. Estaba absorto viendo ese trocito de carne que luchaba por sobrevivir.

- ¿En qué piensas?

Ángel seguía sin contestar. Y no hacía falta que lo hiciese. Dani le entendía a la perfección. Ángel se estaba acordando de aquella mañana: Elena y su hijo; Emma y su empeño de ser padres… Y ahora… Ahora se les presentaba esa escena. Los dos se quedaron mirando a aquella personita que lloraba, cada vez con menos intensidad, con algunos escalofríos recorriéndole su diminuto cuerpo. Dani se quitó su americana y con ella envolvió la de Ángel.

- Así tendrá menos frío…

- Esperemos que aguante hasta que llegue la ambulancia…

Una sirena les pone sobre alerta. A lo lejos ven unas luces azules parpadeantes. Una moto se para delante de ellos.

- Buenas noches, caballeros,- saluda el motero.

- Buenas noches…

- Hemos recibido una llamada…,- el motero se detiene al ver las chaquetas. Les pregunta con la mirada.

- Es… “esto”.

- ¿Han llamado a la ambulancia?

- Estamos esperando a que llegue…

El motero toma su walkie-talkie. Habla con la central, dando todos los datos posibles, tanto de Dani, como de Ángel, y del pequeño.

- ¿Me pueden describir cómo lo han encontrado?

Los dos le comentan lo de la sombra, la caja, las llamadas, las chaquetas… En fin, todo lo acaecido en esos últimos minutos. Todo lo que les decía, el motero lo transmitía por el walkie-talkie.

A los pocos minutos, más sirenas. Luces azules, rojas y blancas. Un coche de policía se detiene. Una pareja uniformada baja del coche. Uno de ellos habla con el motero, mientras el otro se pone en medio de la calle y mueve la porra luminosa. Una ambulancia se detiene delante. Tres enfermeros bajan con una camilla. Uno de ellos (una mujer) toma las chaquetas con cuidado mientras les pide información sobre la hora que lo encontraron, cómo lo encontraron, etc… Ángel estaba todavía absorto en el bebé, pero Dani pudo contestar.

- Gracias por todo,- responde la enfermera -. Ya nos encargamos nosotros.

- ¿A qué hospital lo llevan?

No reciben respuesta.

- Acompáñennos para la declaración,- responde uno de los policías.

- ¿A dónde lo llevan?

- No se preocupen. Lo llevan al hospital.

- ¿Podemos saber de él si se recupera?

- Eso sí que no lo sé…

Dani monta en el coche, pero Ángel se queda mirando cómo desaparecen las luces de la ambulancia y la moto en la oscuridad. Su rostro se contrae en forma de sollozo.

- Ángel…,- Dani le toma de la mano.

Ángel monta en el coche, al lado de Dani, desahogándose sobre su pecho.

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