martes, 14 de diciembre de 2010

Y EL GANADOR ES.....

Bueno, pues ya se cerraron las encuestas que hice en mi blog con respecto a mis dos fics sobre SLQH, y, bueno, el resultado es este:

Gracias a tod@s por haber votado

:)

viernes, 26 de noviembre de 2010

MINI FIC



Ángel miraba el techo. Llevaba toda la noche sin dormir. Sabía el por qué, pero no lo quería admitir. Al principio fue divertido, pero ya se les estaba yendo de las manos. No paraba de pensar en aquello que había ocurrido apenas unas horas antes, aquella misma tarde. Ángel mira el reloj de su mesilla. Ya eran más de las cuatro de la madrugada, y el sueño seguía sin apoderarse de él. Y encima al día siguiente había programa. Se vuelve. Ahí estaba ella. Emma. La mira entre dulce y triste. Estaba durmiendo, frente a él, con un brazo sobre el pecho de él. Ángel la retira un mechón de su rubio cabello que le tapaba el rostro.

La noche había comenzado muy bien para los dos, pero Ángel no sintió nada. Era como si hubiera estado con ella por obligación. ¿Por qué, después de estos años junto a su chica, esa noche, precisamente esa noche, él no sintió nada? Quería pensar que era por el estrés, pero era engañarse a sí mismo. Sabía el por qué.

- Oh, Emma...,- susurra Ángel mientras observa el bello rostro de su amada, y, temblante, le acaricia una mejilla. Emma, en sueños, hace una pequeña mueca, y Ángel la besa en la frente.

¿Qué le estaba pasando? Él no era así. Él no es así. Él ama con locura a Emma, pero esa noche fue diferente, y la culpa era de lo acaecido por la tarde. Al prepararlo por la mañana era gracioso, al ensayar fue divertido, pero a la hora de la verdad.... Se les fue de las manos. Ángel vuelve a mirar el reloj. Apenas han pasado unos minutos. Vuelve el rostro a Emma. Lentamente y con suavidad, retira el brazo que ella tenía sobre él. Se levanta despacio de la cama, coge el teléfono y marca.

* * * * * * * * * * * * * * *

Dani se había levantado de la cama. Llevaba varias horas sin pegar ojo. Se había ido al baño y se había refrescado el rostro. Llevaba varios minutos mirándose al espejo. Llevaba esperando esa noche desde hace varios días. Por la niña, él y Elena no habían tenido un momento de intimidad. Pero aquella excursión del colegio les abrió las puertas del cielo. Era lo que llevaban esperando. Él estaba que no podía aguantarse. Desde que despidieron a la niña poco antes de ir a Globomedia, la pareja no paraban de hacerse carantoñas y mimos. Todos notaron, cuando Dani llegó a los estudios, su nerviosismo. Se le hizo eterna la mañana. Hasta tuvieron que repetir varias veces algunos sketches por su culpa. Estaba tan nervioso que no se concentraba.

Al fin, el día acabó y se fue directo a casa. Puso una tonta excusa a los fans que le esperaban a la salida. No podía decirles: “Lo siento, pero mi chica me espera en casa para zumbar. Llevamos días sin hacerlo”. No, era demasiado personal. Al llegar a casa, Elena aún no había llegado. Eso le dio una idea: preparar el terreno. Cena, baño, flores. Todo tenía que quedar perfecto al cien por cien. Y así fue. Todo perfecto... hasta llegar a la cama. Dani se sintió raro. Elena se entregó a fondo, y aunque él mismo también puso cuerpo y alma en aquel arrebato, no consiguió alcanzar la satisfacción plena. ¿Por qué no sentía nada al besarla? Es más, ¿por qué le asqueaba sentir a aquella mujer?

- ¿Se puede saber qué te pasa, Dani?,- se dice a sí mismo, mirándose en el espejo del baño -. Estás con tu chica, con tu mujer, con la persona con la que estás dispuesto a pasar el resto de tus días, preparando una noche que lleváis tiempo sin tener, ¿y ahora no sientes nada?

Dani agacha la cabeza, negando desesperado, buscando una respuesta. Y la halló. Al volver a la cama, notó su móvil vibrar. Miró la pantalla, miró a Elena, durmiendo plácidamente en el cama, sale del cuarto y descuelga.

* * * * * * * * * * * * * * *

Eran ya poco más de las cinco de la madrugada. El frío a esa hora ya calaba en lo más hondo de los huesos, pero ahí estaba él, esperando en plena calle. Seguía sin saber por qué accedió a aquel encuentro. El vaho se le escapaba de la boca, de las manos, tratando de calentarlas, en vano. Pensó que, como dijeron que diez minutos, no le haría esperar demasiado, y bajó casi con lo puesto, con una ligera cazadora por encima, pero se retrasaba. ¿Tal vez se arrepintió en el último minuto? Cuando pensaba que ya no iba a venir, ve a lo lejos una sombra encogida apareciendo y desapareciendo a través de la luz de las farolas. Dani entrecierra los ojos, como intentado ver su rostro, a pesar de la oscuridad y la distancia, pero estaba seguro de que era él. No podía haber nadie más tonto que ellos dos como para estar en la calle a esas horas y con ese frío que había.

Ángel se acerca a él, con la cabeza gacha. Se saludan tímidamente y sin poder levantar la vista del suelo. Silencio.

- ¿Por qué me has citado aquí y ahora?,- le pregunta Dani, tímido. Ángel le responde subiendo los hombros -. Venga, Ángel. No me digas que me has llamado a las cinco de la mañana para congelarnos de frío, ¿verdad?

- Dani...,- Ángel se siente cohibido -. No te hagas en tonto. Sabes exactamente el motivo...- Dani se queda sorprendido.

- No, Ángel. No,- Dani se muestra de repente violento. Su ceño se frunce mientras se da la vuelta dispuesto a marcharse, dando grandes zancadas. Ángel corre tras él, consiguiendo retenerle pocos metros más allá. Dani se libera un par de veces de su amigo, pero Ángel consigue interponerse en el camino de su amigo, mirándole a los ojos.

- Dani, lo siento, pero es la única forma. No he podido dormir en toda la noche por culpa de aquello...

- ¿Y yo qué, Ángel? ¿Y yo qué?,- el tono de voz de Dani era muy duro -. ¿Puedes creer que he hecho el amor con mi mujer, ¡mi mujer!, y no he sentido nada de nada? ¿Crees que me lo he pasado bien esta noche?

- ¡Lo sé! ¡Lo sé!,- se explica Ángel, tratando de calmar a su amigo -. A mi me ha pasado lo mismo.

En ese momento, Dani se calma un poco. Comprende. Ángel también ha tenido su noche de pasión con su pareja y, al igual que a él, no ha encontrado el placer por ningún lado.

- ¿Crees que aquello tiene algo que ver?,- pregunta Dani, con cierta inseguridad en sus palabras. Ángel no responde, tan sólo le mira a los ojos. Dani vuelve el rostro, llevándose una mano a la frente -. Mare de Deu... ¿Qué nos pasa, Ángel? ¿Qué nos está pasando?

Ángel le toma del brazo para volverse a mirar de frente.

- Por eso te he citado aquí y ahora. Para que lo hablemos y busquemos una solución.

- Pero, Ángel... Yo no soy... Vamos, que no... ¡Si Elena es el amor de mi vida! ¡La amo! ¡La amo con locura!

- ¡Y yo a Emma! Pero debemos buscar una solución. Debemos hablarlo. Seguro que si lo hablamos, nuestras mentes se calmarán y podremos volver con nuestras vidas, podremos volver a sentir la gloria con nuestras chicas, podremos volver a ser hombres. Si lo hacemos, podremos volver a dormir sin preocupaciones que nos desvelen.

Los dos se quedan unos segundos mirándose.

- Busquemos algún sitio para hablarlo tranquilamente,- responde Dani, dando la vuelta -. Este frío se me está metiendo hasta la médula...

* * * * * * * * * * * * * * *
A aquellas horas no había nada abierto aún, salvo un pequeño bar que empezaba a abrir. Con cierto malestar por parte del gerente, entraron y esperaron a que les sirvieran el desayuno que empezaría a servirse en unos minutos.

Mientras el dueño repasa la barra con una bayeta con el noticiario radiofónico de fondo, los dos humoristas no apartan sus miradas de sus respectivos cafés. Desde que entraron en el lugar no se habían dirigido una sola palabra. El humo que desprendían las tazas les calentaban por fuera, pero seguían con los corazones helados. Ninguno de los dos se atrevía a pronunciarse sobre el tema a tratar, a pesar de las ganas que tenían de comentarlo. Cuanto antes, mejor. Pero eran incapaces. Era como si cualquier comentario, cualquier palabra complicara aún más lo que había surgido entre los dos.

- Ángel...,- consiguió decir al fin Dani, aunque titubeante -. Ya sabes que somos amigos desde siempre... Que los dos tenemos muchas cosas en común, sobre todo a nivel profesional... Cuando comenzamos a crear el “Qué está pasando”, tan sólo pensábamos en comentar noticias a modo humorístico...

- Noticias sobre Telecinco...,- comenta Ángel.

- Pero cuando nos prohibieron emitir sus imágenes, logramos salvar ese obstáculo haciendo evolucionar a una parodia de un informativo cualquiera. Y después, sin saber por qué, creamos nuestros personajes... Tú como un periodista sarcástico y ácido, que se mete con todos... Yo como un periodista más serio y educado...

- Y con asomos homosexuales...

Otra vez ese silencio tan incómodo...

- Ya sabes que era la evolución de los personajes...,- logra continuar Dani.

- Era, sobre todo, por tu imitación del esmirriado...,- continúa Ángel.

- Y la imaginación de los fans,- Dani se sonroja recordando los descubrimientos que hizo navegando un fin de semana por internet -. Ya sabes que algunos fans nuestros les gustaba ver que entre nosotros había algo más que una simple amistad. Y, la verdad, pensábamos que les haríamos pasar por el aro mostrándoles, o, al menos, insinuándoles, lo que ellos querían, pero no nos hemos dado cuenta hasta ahora de que era al revés, que eran ellos los que nos manipulaban.

- Todo por los fans, ¿eh, Dani?,- Ángel consigue mirar a su amigo a los ojos, mostrando una sonrisa amarga.

- Sí,- Dani responde ruborizándose de nuevo.

- Maldito programa mil...,- murmura Ángel, mirando al suelo -. Ojalá el programa hubiera sido una mierda el primer día. Ojalá nunca me hubieran llamado para presentarlo. Ojalá nunca te hubiera llamado a ti para que vinieras a hacer las pruebas. Ojalá...

- ¡Ojalá nunca nos hubiésemos conocido! ¿No es así, Ángel?,- exclama Dani, enfadado.

- ¡No, no!,- Ángel le mira a los ojos dulcemente mientras le toma de la mano. Los dos se quedan mirándose a los ojos, tornando al momento la vista a sus manos. Se separan bruscamente.

- Ojalá nunca hubiésemos pensado aquello para el programa mil...

De nuevo el silencio se apodera del lugar.

- Ángel...,- Dani le mira -. Era algo que no sabíamos ninguno de los dos que pudiera pasar. ¿Quién lo iba a suponer? Para el 900 fingimos tener sexo debajo de la mesa. Para el mil nos inventamos ese beso en la boca delante de las cámaras. No suponía nada entre los dos. Es más, nos hemos besado multitud de veces, en el programa.

- Sí, ya lo sé, pero eran besos en la mejilla, nada de morreos.

- Mira,- le coge de la mano -. Tú y yo somos grandes amigos, ¿no? Pues eso es lo realmente importante. No destruyamos nuestra amistad por algo que, en realidad, no es nada. ¿De acuerdo?,- Ángel le mira a los ojos -. ¿De acuerdo?,- Ángel agacha la cabeza y asiente -. Pues volvamos a casa y durmamos con nuestras chicas, ¿vale?,- Dani cierra la pregunta con una sonrisa. Ángel le responde igualmente, aunque con un sabor más amargo en la sonrisa.

Los dos se levantan, se abrazan, pagan los cafés y salen del establecimiento, pero no se mueven de la puerta. Se quedan los dos frente a frente, con el rostro a tierra, y las manos hundidas en los bolsillos de las chaquetas.

- Bueno...,- murmura Ángel -. Así que no fue nada...

- Así es...,- Dani se sonroja, no se sabe si por el frío o por la vergüenza de recordar lo de aquella tarde.

- Me alegro al final de poder hablarlo contigo,- continúa Ángel -, a pesar de que al principio resultó ser bastante incómodo.

- Sí,- Dani le responde, mecánicamente. Sus pensamientos le desconcentraban de la conversación.

- Bueno... A ver si después de esto conseguimos dormir algo, que nos tenemos que levantar dentro de...,- Ángel mira su reloj -... poco más de una hora...,- suspira -. No sé tú, pero yo me veo durmiéndome en los pasillos de los estudios,- ríe.

Dani le mira y sonríe.

- Bueno, adiós Dani,- se abrazan -. Duerme bien.

- Lo mismo te digo, Ángel.

Se separan y se dan la espalda para volver a sus casas, cuando de repente, Dani se vuelve, toma a Ángel del brazo, le voltea violentamente, y, sin mediar palabra, le besa profundamente.

- ¿Se puede saber qué te pasa?,- pregunta Ángel, histérico, separándose de su amigo. Dani le mira, asustado.

- Lo... lo siento, Ángel... No sé qué me ha pasado.... Yo... Tan sólo quería comprobar que... ya sabes... Esta noche con Elena, yo no...,- el tartamudeo de Dani es interrumpido cuando Ángel se acerca a su amigo y le responde con otro apasionado beso.

Tras unos instantes que parecieron eternos, se separan. Se miran a los ojos y terminan por sonreír.

- ¡Guau!,- resopla Dani, sonriente -. No sé qué decir, Ángel...

- Ni yo, Dani... Ni yo...

- ¿Quién iba a pensar que acabaríamos morreándonos los dos?

- Sí... ¿Quién?

- ¡En fin!,- nervioso suspiro profundo de Dani -. Ángel... Esto que acaba de pasar...

- Que quede entre nosotros,- le interrumpe su amigo.

- ¿No crees que nos puede haber visto alguien?,- Dani mira a su alrededor, como buscando.

- El único que nos puede haber visto es el del bar,- mira a través de la puerta. Aquel hombre está inmerso en los quehaceres de la cocina -, pero me parece que tiene cosas más importantes que hacer que ver a dos tíos besándose.

- Bueno, Ángel... Ya... Hasta mañana...

- Hasta dentro de dos horas...

Van a abrazarse, pero ese beso les hace torpes y terminan por darse la mano. Y los dos se dan la espalda y se alejan, en dirección a sus respectivas casas, con la sonrisa aún en el rostro, recordando lo que les acaba de pasar.