domingo, 25 de octubre de 2009

CAPITULO 34

CAPITULO 34

Ángel se revolvía, hablaba en sueños, hasta que una mano le hizo despertarse. Ángel abrió los ojos asustado. Y ahí estaba él, a su lado, con el miedo en los ojos, pero la esperanza en su sonrisa.

- Ángel, tío, despierta ya...

Ángel se pasa la mano por la frente. Estaba sudando.

- Joder...,- susurró -. Dani, he tenido una pesadilla horrible...

- Tranquilo, ahora estás despierto. Estoy contigo aquí, así que no tengas miedo.

- Soñé... Soñé que nos atacaban en la calle, con cuchillos y navajas... Tú estabas en el suelo, sin moverte... Yo pude llamar a una ambulancia... Luego desperté en el hospital... Patricia estaba ahí... Tú quedaste en coma y...

- Y sigo en coma...

Ángel no podía creer lo que oía. Se levantó para abrazarle, pero Dani desapareció ante sus ojos.

Ángel se despertó. El pitido de la máquina seguía ahí. Las paredes y el techo de la habitación no cambiaron. Sólo cambió la figura de la ventana. Le miraba fijamente. Pensaba que seguiría soñando, pero el dolor de sus heridas era demasiado real.

- Por fin despiertas,- le dijo la figura de la ventana, acercándose.

- Miki, tío... He tenido un sueño muy raro... ¿Y Patri?

- Fuera. Le han dado un tranquilizante. Al verte sangrar le dio un ataque. No te muevas o se te volverán a saltar los puntos.

- ¿Cuánto... cuánto llevo...?

- Apenas tres horas...,- no le dejó terminar la frase.

- ¿Y Dani? ¡Quiero verle!

- No, Ángel. Entre tu estado y el suyo... Es mejor que aguantes unos días más, cuando se te curen las heridas. No querrás dejar el hospital lleno de regueros de sangre...

- Pero estará solo...

- No te preocupes... Los médicos cuidan de él.

- ¿Y vosotros?

- Aún es pronto para que vayamos a verle. Pero ten por seguro de que espera con igual ansia, o más, que vayamos a verle... Sobre todo tú.

Ángel comienza a llorar. Miki se sienta a su lado en la cama.

- Y ahora, ¿me vas a contar qué ha pasado?

- ¿No has oído las noticias?

- Esa es una versión. Pero prefiero oír la vuestra.

- Pues salimos de una discoteca. Íbamos tan tranquilos por la calle cuando una banda de salvajes se nos abalanzó. Los filos de las navajas volaban... Intenté ayudar a Dani, pero...,- rompió a llorar. Miki le abraza. Ángel se queja.

- Perdona...

- No pasa nada... Este dolor no es nada comparado con el que tengo en el alma... Si Dani no sale de esta...

- Tranquilo, porque saldrá. ¿Me oyes? Saldrá de esta. Es muy fuerte, como tú. Si tienes fe, seguro que cuando menos te lo esperes será él el que esté contigo en esta habitación,- Miki mira su reloj -. Y, si no te importa, me tengo que ir. Lo siento, de verdad, pero me tengo que ir.

- Tranquilo. ¿Vendrás mañana?

- Lo dudo, pero lo intentaré.

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