martes, 20 de octubre de 2009

CAPITULO 32

CAPITULO 32

Ángel apenas se levantó de la cama. Se pasó ahí toda la mañana. No tenía ganas de nada. La habitación estaba a oscuras, a pesar de que el sol ya estaba en todo lo alto de la esfera celeste, pero la persiana le impedía el paso al interior. Ángel se pasó toda la mañana en la misma posición, en silencio, sólo roto por el ruido de la calle. De vez en cuando miraba el reloj de su mesilla para saber qué hora era, pero poco le importaba.

- Vamos, Ángel,- se decía a sí mismo -. Tienes que levantarte e ir. No le hagas este feo...

Ya tenía el ramo preparado, reposando en una jarra con agua. Tenía que levantarse para depositarlo en aquel lugar, pero su cuerpo no respondía. Estaba ahí, tumbado en la cama, mirando al techo. Al fin, de repente, su brazo se movió, se estiró hasta la mesilla y tocó el marco que estaba boca abajo, pero no pasó de un leve roce. El brazo se quedó inmóvil por unos segundos, hasta que recuperó la posición original. Los ojos de Ángel lloraron un par de lágrimas mientras seguían con la vista puesta en aquel marco caído.

- Vamos, gandul,- aquella ronca voz volvió a resonar en su mente, mientras su vista le engañaba.

Efectivamente, le pareció verle a su lado, levantado, tirándole la almohada a la cara, divertido.

- ¿Qué tal ha dormido mi rey esta noche?,- aquella visión se le acercó y pareció darle un beso en los labios, un beso que no sintió.

Ángel contestó llorando. Al momento, la visión se desvaneció. Tras calmarse, Ángel logra incorporarse, toma repentinamente el marco entre sus manos, y le estrecha contra su pecho. Después lo aparta y pasa suavemente dos dedos por el retrato del hombre que estaba a su lado en esa foto.

Aquellos fueron días felices. Concretamente aquel día fue de los más felices. Volvieron a Nueva York, después de tanto tiempo desde la última vez. Aquel segundo viaje sí que fue una locura. Tiraron la casa por la ventana (¿Seguro que somos catalanes de verdad?, se preguntaron los dos, irónicos, al terminar el viaje). La suite de aquel hotel... Invierno... Noche con champagne... Con razón el sexo de después fue un autentico viaje sin drogas de por medio. Pero Ángel necesitaba tomarse una droga para salir del abismo donde había caído desde hacía ya un año justo, pero se le acabaron las pastillas, y no quería que aquel doctor le recetara más. Estaba harto de tomar esos anti-depresivos.

Su móvil sonó por sexta vez en todo el día, pero Ángel lo miró con desgana y dejó que sonara. Era el mismo número una y otra vez.

- Que me dejen en paz ya,- pensó apesadumbrado -. Hoy quiero estar sólo...

Apenas terminó la frase cuando el timbre de su puerta le requería insistente. Ángel dejó la foto encima de la cama y se levantó, en dirección a la persiana. Logró mirar por una rendija y reconoció el coche que estaba aparcado delante. El timbre siguió sonando, acompañado después por unos golpes. El móvil volvió a sonar.

- ¡Ángel!,- se oía desde el otro lado de la puerta -. ¡Ángel! ¿Estás bien? ¿Estás en casa?

- Por favor, chicos, dejadme solo hoy,- pensaba una y otra vez Ángel.

Otro coche aparca al lado. Sus luces azules y rojas hicieron que los vecinos se asomaran. Los dos ocupantes salen del auto, saludan tocándose la visera y hablan con los vecinos congregados en la calle. Uno de ellos apunta al interior del portal. Uno de ellos acude al lugar señalado, mientras la mujer que le acompañaba se queda con los vecinos.

Los golpes en la puerta hacen volverse a Ángel. Mira la foto en la cama. Mira el póster de la última actuación de Dani colgado delante de él. Mira los TP's ganados todos aquellos años...

- ¿Te has vuelto loco?,- le gritó histérico Dani aquel día.

- Pues sí,- le contestó, tranquilo.

- No hay quien te entienda, de verdad,- Dani estaba que se subía por las paredes.

- Entiéndeme, Dani... Hace un mes que terminó el programa, y me daba mucha pena, de verdad, que yo ganara siempre el TP, y tú te quedaras siempre comiéndote los mocos...

Ángel tomó uno de los TP's y revisó la leyenda. Aún se notaban las señales del cambio de inscripción, pero eso era lo de menos. "Al mejor amigo. Al mejor compañero. Al mejor amante."

- Gracias a Dios que Dani lo aceptó...,- pensó Ángel, volviendo a dejar la figura en su lugar.

Los golpes de la puerta se volvieron contundentes.

- Señor Martín. Le habla la Policía. ¿Puede abrir la puerta, por favor?

Un enjambre de voces acalló al policía. Se les podía entender perfectamente. Le comentaban lo sucedido.

- Llevamos todo el día llamándole, pero no contesta. Estamos muy preocupados.

Ángel levanta la persiana del todo y abre la ventana. El aire fresco logró ventilar el ambiente tan cargado que gobernaba aquella habitación. Ángel miró fuera. La mujer seguía hablando con los vecinos cuando el ruido de la persiana les puso sobre alerta. Todos le miraban, no sin cierto temor. Algunos de sus amigos estaban llamándole desesperados desde la calle. Pilar cogió su móvil. Al momento, el de Ángel sonó. Pilar le vio volverse, pero no se movió del lugar. El móvil de Ángel calló, pero al momento logró reconocer el tono del móvil de Patricia desde el otro lado de la puerta principal de su casa. Ángel se acaricia las cicatrices de sus muñecas. Después, como envalentonado, se sube al alféizar. La gente grita horrorizada. Ángel se queda de pie.

- Uno,- piensa mentalmente.

Estira una pierna hacia delante.

- Dos.

Levanta la mirada al cielo y derrama una lágrima.

- Tres.

2 comentarios:

  1. Dios estoy llorando que triste aitor te odio pero a la vez te kiero (siguen en pie la amenaza de matarte)como has podio primero dani y ahora angel mas te vale acer otra que acabe bien para compensar

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  2. OMG!
    aitor, te tengo qe decirte qe me as matado... y qe igual qe tami... madre como he llorado...
    es una pena qe termine este fic.. pero siempre qe se termina algo empieza algo mejor (indirecta, indirecta, indirecta)

    Haz otroo porfitaaas! que adoro como escribes, y es qe sinceramente, escribes muy bien!!
    bueno un besazooo!

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