lunes, 12 de octubre de 2009

CAPITULO 24

A partir de ahora, la historia estará narrada en tercera persona. El capi anterior tb debería d haber sido así, q así me sale mejor la historia, xo bueno. Espero q os guste y gracias a todos los q me leéis x vuestro apoyo!!!!

CAPITULO 24

- ¡Simplemente genial!,- fue lo único que dijo Dani.

Acababan de salir del teatro. Una bandada de alocadas fans les asaltaron en la salida. Ángel agradeció el afecto, firmó varios autógrafos y se hizo fotos para dar y tomar. Dani consiguió plasmar su rúbrica en algún folio, pero se sintió discriminado, ya que todas envolvían a Ángel.

- Sí, ¿verdad?,- prosiguió Ángel, de camino a su casa.

- Ojalá yo supiera tocar un instrumento tan bien como lo haces tú...

- Y puedes. ¿Quieres que volvamos a dar clases? Te prometo que esta vez no me enfadaré,- dice mientras levanta la mano derecha solemnemente, cruzando los dedos de la misma.

- Ángel... Que te estoy viendo...,- ambos sonríen.

- Dani... ¿Te pasa algo?

- ¿A mí? ¿Por qué?

- Llevo varios días notándote raro... Pero esta noche, con las chicas al salir del teatro... ¿Seguro que estás bien?

- Sí, sí... Estoy bien, no te preocupes...,- Dani miraba al suelo, con las manos en los bolsillos.

- Oye, puedes contármelo,- Ángel le para y le mira a la cara. Dani sigue con la cabeza gacha. Ángel le levanta la barbilla con la mano -. Sigues pensando en el programa, ¿verdad?,- Dani vuelve el rostro -.Ya te he dicho un millón de veces que no te preocupes, que ya volverás a la cima.

- ¿Cuándo, Ángel? ¿Cuándo?,- le mira a los ojos -. Todos habéis tenido éxito tras el cierre del programa: Patri es actriz, Pili presentadora, Miki doblador, tú músico, ¿y yo? ¿Yo qué? Después del programa me quedaban los monólogos, pero ya ni eso...,- comenzó a tener amagos de llorar.

- ¿Cómo que ya ni eso? ¿Y yo? ¿No soy nada? Te he apoyado siempre, y más desde que terminó todo aquello. ¿O ahora me vas a negar que todo este tiempo que llevamos juntos ha sido una farsa? Mírame. Mírame y dime que ya no me amas. Mírame y dime que era todo mentira. Mírame y mátame con tu mirada.

Dani se negaba a mirarle a los ojos, pero Ángel insistía una y otra vez. Dani no pudo más y se derrumbó. Se abrazó a Ángel y se desahogó.

- ¡Pues claro que te amo, Ángel! Pero es que no soporto esto, el que vayas por la calle y ni te miren. Es como si me hubiera muerto y a nadie le importara.

- ¡Ey, tío! A mí sí que me importaría. Pero mira el lado positivo: por fin podrás descansar de las fans que te persiguen a todas horas, de los periodistas que te acosan a todas horas, del estrés de no tener preparado a tiempo un guión.

- Pero te veo a ti, con tu piano, tus conciertos, tus fans... ¡Y me quiero morir!

- Es como una droga, ¿verdad?

- ¿Cómo?,- Dani se separa asombrado.

- La fama, es como una droga. En cuanto la pruebas, quieres más, y más, y más. Pero como toda droga, llegará un día en que necesitarás tanta, o has probado tanta que llegarás a morir por sobredosis. Lo mejor es haber tenido tus quince minutos de fama y tener que alargarlos hasta quince años. Mira, vamos a hacer una cosa para que te sientas bien. Mañana tengo el día libre, sin ensayos, sin entrevistas. Un día entero para mí. Podemos salir mañana y dar un paseo, ir al cine, al parque, a un restaurante, a la discoteca... ¡Que llevamos mucho tiempo sin salir los dos por ahí! ¿Qué te parece?

- No sé...,- dijo Dani, secándose las lágrimas.

- ¡Vamos! No puedes ir por la vida así, con ese nubarrón todo el día sobre ti. Alegra esa cara y dime que sí.

Ángel puso cara de corderito degollado. ¿Quién se podía resistir a esa mueca? Nadie, y Dani lo sabía. Le miraba. Empezó a recordar cuando ponía esa misma cara en el programa, y comenzó a tener otra vez ganas de llorar, pero de llorar de alegría. El programa ya terminó y no volverá, pero esa carita... Esa carita podrá verla todos los días de su vida.

- ¿Qué me dices, barbitas?

Dani no soportaba que le pusieran motes. No lo soportaba en el programa y no lo soportaba ahora. Pero por Ángel era capaz de perdonar hasta que le mataran, porque esa mirada, esos gestos, esas palabras le hacían morirse en vida, pero era una muerte tan dulce...

- De acuerdo...,- logró responder Dani al fin.

Retomaron el camino a su casa, mientras Ángel sonreía y se abrazaba al brazo de Dani, quien siguió con las manos en los bolsillos.

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