miércoles, 14 de octubre de 2009

CAPITULO 26

CAPITULO 26

Fueron a la habitación. Cerraron la puerta. Dani se quedó de pie, esperando a besar a Ángel, pero éste le retuvo. Le tumbó en la cama, boca abajo. Le quitó la camisa del pijama y comenzó a masajearle el cuello y la espalda. Dani comenzó a recordar aquella vez, aquella noche en casa, después del accidente de hace cinco años, cuando se acostaron juntos por primera vez. Dani recordaba los dedos de Ángel más aparatosos. Quizá el haber vuelto a la música y dedicarse ya de lleno en ella hizo más ligeras sus falanges. No sabía si le estaba dando un masaje o ensayando sobre su espina dorsal. Dani se volvió, le tomó de los hombros y le atrajo hacia él, besándole ardientemente. Le empezó a desabrochar la camisa, pero Ángel le paró. Se volvió a abrochar los botones y se levantó.

- ¿Demasiado deprisa?,- preguntó Dani, sorprendido.

Ángel no contestó. Únicamente se arrodilló ante él y le bajó el pantalón. El bulto que escondía Dani en sus bóxer asomó con la ayuda de Ángel, quien comenzó a palparlo y a lamerlo suavemente, mientras Dani cerraba los ojos e inclinaba la cabeza hacia atrás.

Aquello hizo que se olvidara de todo, de sus problemas, de la habitación, de su vida. Sólo pensaba en él, en Ángel. Estaba ahí con él. Dani agarró a Ángel por detrás de la cabeza, pero Ángel le hizo soltarse.

- No hagas nada. Déjame a mí,- y se volvieron a besar.

Ángel hizo tumbarse a Dani de nuevo sobre la cama. Le besó en la boca, en el cuello, en el pecho, en el abdomen, y volvió a donde lo dejó antes. Ángel empezó a jugar con la lengua. Dani volvió a cerrar los ojos para centrarse en todos los sentimientos que empezaban a surgir en él. Dani empezó a apretar los puños, asiéndose a la colcha de la cama. Dani no aguantaba más, no podía hacerle eso al enano, por lo que se levantó, le tomó con fuerza y le tumbó en la cama a su lado. Se puso encima de él y comenzó a desnudarle con violencia. Ángel le volvió a detener (esta vez no se abrochó la ropa, se quedó como le dejó Dani, a pecho descubierto y con el cinturón desabrochado).

- Por favor…,- le dijo Ángel.

- Pero no puedo dejarte así…

- Esta noche es sólo tuya. Sé un poco egoísta y piensa en ti, y sólo en ti,- y volvió a su trabajo.

Ángel estuvo varios minutos lamiendo la zona púbica de su amigo, haciendo que éste no viera más que estrellas, aunque tenía suficiente con la que estaba en esa habitación con él en ese momento. Dani comenzó a jadear cada vez más deprisa, cerró los ojos con fuerza, mordiéndose el labio inferior. Su espalda se arqueaba al tiempo que repetía una palabra.

- Ángel… Ángel… Áng…

Aquel último eco fue interrumpido por un estallido de su cerebro, en un sentimiento de felicidad creciente y de sudor frío. No le dio tiempo a apartarle de su entrepierna, y miró, despacio y con miedo, a Ángel. Éste sonreía mientras se pasaba lentamente un dedo por el labio inferior.

- Perdona Ángel, lo siento. Yo…,- Ángel puso su dedo en sus labios como señal de silencio.

Sonreía. Sonreía de una manera peculiar. Sonreía como sólo él sabía hacerlo. Sonreía como cuando en el programa tenía que hablar de Telecinco. Dani conocía esa mirada tan pícara, pero en aquel momento le produjo un escalofrío que le heló la sangre. Lentamente Ángel se acercó hasta su rostro. Dani se fijo que justo antes de besarle, Ángel cerró la boca por un segundo al tiempo que su nuez se movió.

- ¿Qué te ha parecido?,- le susurró Ángel poco después.

- Ha sido increíble,- respondió Dani, aún extasiado por el resultado obtenido momentos antes -. Pero, hace un rato… Aquello…

- Tranquilo, no pasa nada.

- Pero es la primera vez en cinco años que llevamos juntos que nosotros…, que tú…

Ángel llevó su dedo a los labios de Dani mientras le seseaba.

- Te he dicho que no pienses en nadie más que en ti. Olvídate de los demás, olvídate de mí. Piensa que estoy aquí para complacerte, para hacerte feliz. Y ahora arréglate un poco, que nos vamos de fiesta.

- ¿Adónde?

- Pues, ¡adónde va a ser! A una discoteca,- y se levanta de la cama para abrocharse la ropa.

Dani se incorpora y le toma de la cintura del pantalón. Comienza a desabrocharle la cremallera, pero Ángel le detiene por tercera vez.

- ¡Tengo que pagártelo de alguna forma!,- exclamó un Dani altamente excitado.

- Tu sonrisa vale más que cualquier moneda.

Dani le abrazó por la cintura mientras Ángel terminaba de vestirse.

- Que conste que te debo una. Y bien grande.

- Sí. Me debes que te duches y te vistas. Que aunque vayamos a la discoteca, tienen un horario, y cierran antes del amanecer.

Totalmente sonriente, Dani se levanta, abraza y besa a Ángel y corre desnudo hasta el baño. Ángel supo que hizo lo correcto cuando le oyó poco después interpretar (perpetrar) alguna que otra aria conocida de ópera.

- Con razón no quiere aprender música…,- pensó sonriente.

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