lunes, 21 de septiembre de 2009

CAPITULO 7

Capítulo 7

"Soy gay... Gay... Gay... Gay...". Esa palabra no dejaba de sonar en mi cabeza. Era como si estuviera vacía por dentro y aquella palabra rebotara incansablemente por todos los rincones de mi cráneo. Gay. Ángel gay. Mi amigo. Desde la infancia. De repente, me asaltaron los recuerdos de nuestra juventud, y empecé a buscarles sentido por medio de esa palabra... Cuando algunas veces el uno se quedaba a dormir en casa del otro... O cuando, algo más mayores, nos subíamos a la montaña en verano y nos bañábamos en el rio... O en las duchas después de la hora de gimnasia... O lo más reciente..., nuestras bromas en el programa. Yo en verdad estaba con Ángel en aquella sala de hospital, pero sólo de cuerpo; mi mente hacía ya unos instantes que nos dejó solos a los dos.

Sin saber por qué, seguí tomando de la mano a Ángel. Me necesitaba, nos necesitaba a todos, y no era momento de estúpidos prejuicios. En verdad yo debía asumir también el descubrimiento de Ángel, pero no quería hacerlo en ese momento. Tras un accidente que casi le cuesta la vida, tu amigo te revela un gran secreto como este, no debes abandonarle, hay que seguir con él. Lo peor estaba por venir... Ya lo estaba viendo: durante días, semanas, ¡puede que incluso meses!, no vería a Ángel como siempre, sino con otros ojos; es más, incluso ni me atrevería a verle a los ojos, trantando en adelante esquivarle siempre. El minuto de ir al baño sería lo peor del día, ya que, aunque seas la persona más abierta de mente del mundo, siempre habrá algún recoveco de tu cerebro que te diga: "cuidado con entrar ahí; seguro que está al acecho...". ¿Al acecho de qué? ¿De violarme? ¡Vamos, hombre! Es Ángel... ¡Mi Ángel! Hemos ido al baño juntos prácticamente desde el primer día que nos conocimos (ya se sabe, "picha española no mea sola"), y nunca intentó nada. Lo mismo es que yo no sabía hasta entonces su inclinación sexual...

Ángel me estaba hablando en ese momento, pero no le oía. Estaba aún absorto en mis pensamientos. De repente, un sudor frío empezó a recorrerme la espalda. ¡Compartimos piso! ¿Y si...? ¿Y si una noche, él entra en mi habitación y...? Y de repente me veía comprando cerrojos a granel; pero no, eso era demasiado. Ángel fue, es y será mi amigo, sea él gay, hetero, travelo, lesbiano o de las Alpujarras. No debía sentirse marginado por su amigo, ese que estuvo siempre con él, tanto en los mejores como en los peores momentos. Aquél que se deslomó tratando de ayudarle en todo lo que humanamente le fuera posible (desde preparar un examen en el instituto hasta algún que otro juicio real en que llegara a estar implicado: no me refiero al de Telecinco; he dicho juicio "real", no pantomima circense).

- Dani... ¿Estás aquí?,- aquella pregunta me hizo volver a la realidad.

- ¿Eh? ¿Qué? Sí... Aquí estoy...,- dije, con cierta desgana, ya que realmente hacía tiempo que no estaba mentalmente ahí.

- Ya sé lo que piensas... Y lo comprendo. Tu mejor amigo, aquel que conservas desde la infancia, te ha desvelado que es gay, y tú, o tratas de asumirlo, o a la primera de cambio le echarás de tu vida, y te comprendo. Yo también me marginaría si...

- ¡Eres un auténtico gilipollas!,- le grité, no sé muy bien por qué. Ángel movió la cabeza para que no le viera llorar (o para que él no me mirara a los ojos). Pero yo le hice volverse con mi mano -. De acuerdo, ha sido una noticia increible para mí, pero no por eso vamos a destrozar una amistad que durante años hemos forjado. De acuerdo, eres gay y... Un momento... ¿Y tus padres? ¿Y tu... novia? (Esta última palabra la dije con cierto temor).

- Veo que efectivamente no has prestado atención a lo que te he dicho...,- me dijo con un tono de voz que empezó a serme familiar en él -. Todo empezó hace un par de semanas. Estaba con mi chica pues... ya sabes... Las tres "C": cine, cena y cama. Bueno, pues estábamos en la tercera "c" cuando... bueno... (dios, que vergüenza...)

- Vamos, que tuviste un gatillazo,- comenté, no sin sonrojarme tanto o más como Ángel.

- Pues eso, ¡y que conste que nunca me había pasado antes! Pero fue raro... Mi chica se quedó con cara de decir "Ángel, que ya no me cundes como antes". ¡Menudo planchazo, tío! Los dos queríamos hablarlo, pero era un tema a la vez peliagudo y vergonzoso. Pedí perdón y, bueno, lo de siempre. "Será el estrés, o el vino de la cena...". Pero decidí no dejar a mi chica con la miel en los labios y volvimos al ataque... y volvimos a la derrota.

- Pero por no poder cumplir con tu novia por una noche no es síntoma de ser gay...

- Sí, si no estás completamente en ello...

- Explícate.

- Verás... Es que unos días antes... Yo... Bueno...

- Arranca ya, enano.

- Bueno, pero no te asustes...

- ¿Que no me asuste? Vamos, vamos, ¡ya será para menos! Hombre, ni que hubieras soñado conmigo.

Ángel me miró fijamente a los ojos. La medio sonrisa que dibujé en mi cara al terminar mi comentario se volvió seria. Ya no hacía falta más explicaciones.

- ¿Es verdad?,- le pregunté entre perplejo y asustado -. ¿Has soñado conmigo?,- Ángel movió la cabeza -. Bueno... No sé qué decir...

Ángel me soltó la mano.

- Y ahora, ya eres libre de irte y comprenderé que no me quieras volver a ver en tu vida. En cuanto me den el alta, recojo mis cosas de casa y me despido del programa,- se volvió para no verle llorar... otra vez. Y ahí estaba él, hecho un ovillo, dándome la espalda, llorando en silencio. Y ahí estaba yo, sentado a su lado, asimilando toda la información que como un encierro de San Fermín trataba de entrar en la plaza de toros de mi mente. Yo sabía que Ángel debía estar sólo (y yo también quería estar solo para centrarme en lo acaecido en esa sala), pero Ángel era mi amigo y mi deber era estar con él, para que sepa que, aunque sea "diferente", seguía siendo mi amigo, y por eso hice lo que hice. Me levanté de la silla, le miré durante tres o cuatro segundos, me senté en el hueco de la cama que dejó libre, le toqué el hombro, y ante la reacción de Ángel de soltarse con un "vete..." ahogado, me tumbé junto a él y le pasé mi brazo por su cintura.

- No me pienso ir de tu lado nunca, ¿me has oído? Y si para demostrártelo tengo que dormir contigo en la misma cama, pues que así sea.

Ángel se quedó inmóvil y en silencio, pero yo sabía que estaba llorando como si hubiera visto por primera vez Bambi y la muerte de Chanquete a la vez. Y así, de esta guisa, nos dormimos. Y así comenzó esta historia, ¿recordáis? Yo abrazado a Ángel en una cama… Pero bueno, no os déis por satisfechos, que esta historia continúa, pero mañana, dejadme dormir un poco más…

2 comentarios:

  1. buaaa Aitor como mola la historia!! *O*
    me tienes toda enganchada cabroon!! xDDDDDDDDDD
    mas te vale subir el 8 prontoo!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. INCREIBLEEEEEEEEEEE! Buah, qeu bonitooo ♥ Yo quiero saber exactamente que es lo que soñó Ángel! xd
    Un besazooooo guapo ^^

    ResponderEliminar